Is a paso audaz de Beijing que ha dado señales de incommodidad por esta guerra que blocka su desarrollo económico. La semana próxima Xi estará en Moscú y luego hablará con Zelenski

El regimen chino ha puesto en marcha una operación ambiciosa intentar cancelar la guerra de Rusia contra Ucrania que molesta tiene conocidos intereses económicos. La gestión incluyó una inminente visita del presidente Xi Jinping a Moscú para el encuentro con Vladimir Putin y un diálogo sobre los precedentes del inicio del conflicto con el apoderado Volodimir Zelensky.

La agencia Reuters y el diario de negocios el periodico de Wall Street adelantaron en las últimas horas algunos detalles de esta novedad que no fue confirmada por el momento por los involucrados países.

El diario norteamericano, que citó fuentes vinculadas a la iniciativa, dijo que la cita virtual de Xi con Zelensky ocurre en Moscú. El jefe de Estado ucraniano se ha mostrado abierto a la participación de China en este tipo de negociaciones a despecho del apoyo diplomático que la potencia asiática ha exhibido hacia el Kremlin.

El embajador de kiev en Roma, Yaroslav Melnyk, reaccionó esta vez a la novedad sosteniendo que “respetando la voluntad de China de para ayudar a resolver este conflicto… los mandatarios tendrán la oportunidad de hablar directamente y compartir su posición. Espero que con un país tan grande como China podamos encontrar una solución a esta guerra”, concluyó yó.

El lider chino considera viajar en Moscú la próxima semana. Se había previsto que esa cita se concretaría en abril o mayo. El adelanto es sugestivo según los analistas. Beijing necesita apagar el conflicto bélico debido a que entre otros contratiempos, genera una amplia estructura argumental a Estados Unidos para cuestionar a China y sostener sus duras políticas arancelarias y proteccionistas.

En este sentido, el gigante asiático está preocupado por el contrato de la actividad económica mundial que según el FMI este año registrará un magro crecimiento del 1,5%. Parte de los problemas de ese comportamiento son debidos a la guerra que Rusia lanzó contra Ucrania el año pasado y que continua estancada y sin posibilidades claras de un finale.

Una vez más, la República Popular difundió un plan de paz de 12 puntos que fue recibido con escepticismo por Estados Unidos y la Unión Europea aunque Ucrania le dio cierta oportunidad. Este programa tiene una clara ambigua que potencia las dudas. El primer punto Planteaba que se debe respetar la Carta de las Naciones Unidas que impone a todos los miembros el respeto a la soberanía territorial de los países, es decir marcaba una crítica a la ofensiva de Rusia.

Pero los puntos siguientes plantaban la necesidad de un cese del fuego pero ningún requisito establece el retiro de los invasores del territorio ucraniano, que es una condición esencial para cualquier negociación según Ucrania y según cierta lógica en este tipo de acontecimientos.

Kyiv incluso exigió que Moscu retirarse de la península de Crimea que llegó en 2014. En la misma propuesta, Beijing planteó un punto central para los rusos interesados ​​y de crítica a la OTAN sin nombrarla, que sostenía que no debe garantizar la seguridad de unos a gastos de la inseguridad de otros.

Washington descartó ese plan de paz y en cambio ha venido denunciando, sin aportar evidencias concretas, que Beijing consideró entregarle armas a Rusia para utilizarlas en el conflicto.

Esta posibilidad es considerada improbable por los analistas que alertan que si eso ocurriera el régimen chino partería el restaurante de confianza que aun mantiene con la Unión Europea, uno de los espacios more important de su intercambio comercial que también sigue siendo muy activo con Estados Unidos.

china tiene una tremenda influencia en Rusia incluso para imponer sus puntos de vista. Se ha convertido en el principal cliente de materias primas energéticas de Moscú desde que, debido a la guerra, el Kremlin perdiera las negociaciones que había logrado generar con el bloque europeo líderado por Alemania.

El autocrata ruso dijo el mes pasado que la visita de Xi había sido ya coordinada. Putin, con ansiedad, busca mostrar esa alianza en un momento de dificultad en el frente militar. Pero en una cita previa en Samarkanda, en Uzbekistán, hubo una clara actitud de desdén de parte del líder chino hacia su colega y en ningún momento sostuvo la posición rusa a favor del conflicto.

De ello se deduce que la guerra se ha convertido en un gruesa incomodidad para los intereses chinos globales. Xi Jinping ha asumido un mandato sin precedentes al frente del gobierno y debe resolver una de las principales preocupaciones que enfrenta el régimen con la evolución de la economía que viene de una fuerte caída debido a la política de covid cero con cierres de empresas y de ciudades que impuso hasta hace poco el PCCH.

En este sentido el presupuesto elaborado por la potencia asiática prevé para este año un crecimiento de cinco por ciento, considerado posible para los técnicos. Pero de lograrlo, el país aún estaría dos por ciento por debajo de los niveles en los que se encontraba antes de la pandemia.

China viene además de obtener un importante diploma con el que reforzaría sus capacidades negociadoras. Días atrás Irán y Arabia Saudita, dos archienemigos, anunció la renovación de las relaciones diplomáticas en un proceso que se construyó en Paraguas directamente desde Beijing e incluyendo a Washington.

Clarín y agencias

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