En términos de entregas de armas, Alemania ha recorrido un largo camino. Hasta el año pasado, la doctrina oficial del país era no enviar equipo militar a las zonas de guerra. En enero de 2022, pocas semanas antes de la invasión de Ucrania, el nuevo gobierno alemán, encabezado durante un mes por Olaf Scholz, consideró que ya estaba haciendo un gesto sustancial al ver 5.000 cascos para combatientes ucranianos.
Desde entonces, los progresos realizados son considerables, ya que, tras haber entregado obuses, lanzacohetes y otro armamento, Berlín suministró a Ucrania un sofisticado sistema de defensa antiaérea, del tipo Iris-T, en otoño, antes de anunciar, a principios de Enero, la entrega de Marder, vehículos de combate de infantería.
En cada una de estas etapas hubo un animado debate, en Alemania e incluso dentro de la coalición de gobierno, sobre el hecho de saber si detenerse ahí o aumentar las entregas de armas, tanto cualitativa como cuantitativamente. Hoy resurge el debate sobre los carros de combate Leopard 2 y, como en los últimos meses, la cuestión divide a la mayoría, entre quienes, como los Verdes y los liberales del FDP, están más bien a favor de enviarlos a Ucrania, y quienes quienes, especialmente en el SPD, el partido de la canciller, son por el contrario mucho más reservados.
La opinión pública también está muy dividida. Según una encuesta realizada hace unos días para el canal ARD, el 46 % de los encuestados estaba a favor de que Alemania entregue tanques de combate a Ucrania, mientras que el 43 % estaba en contra.