El primer día de visita de Emmanuel Macron a Nueva Caledonia, el martes 25 de julio, lo habrá confirmado: todo avanza, aquí, sobre un hilo tenso siempre en peligro de romperse. Viniendo a acelerar un consenso político sobre el estatuto definitivo de los Caillou en el marco de su autodeterminación programada, el jefe de Estado prometió que daría un marco legal a un posible acuerdo entre leales y separatistas. “En todo caso, se necesitará un cambio en la Constitución y ese cambio se va a producir”, dijo durante una entrevista en Nueva Caledonia el 1, RRB y Caledonia. La reforma constitucional, que había concedido de manera muy amplia, en última instancia solo afectará a Nueva Caledonia, «y lo tomo como tal»indicó. “Después de hablar con el Presidente de la Asamblea Nacional y el Presidente del Senado, también sé que comparten este deseo”dijo el Sr. Macron.
Pero el consenso necesario, una y otra vez, parece desvanecerse. Después del desfile matutino en la plaza Bir-Hakeim de Numea, el «baño de multitudes», sin duda un buen niño, era un baño de leales, mientras que los separatistas del Frente Canaco y Socialista de Liberación (FLNKS) y sus brazos sindicales armados, el Sindicato de Trabajadores Canacos y Explotados (USTKE), habían organizado pequeñas manifestaciones en la ciudad. A lo largo de la jornada ha rondado la amenaza de que la principal formación del FLNKS, la Unión Caledonia, no acuda por invitación del presidente de la República el miércoles por la mañana, a una reunión política que reúna a todos los partidos de Nueva Caledonia.
A la espera de este encuentro, ha vuelto Emmanuel Macron “con mucho cariño y determinación” en el Senado habitual el martes, donde la costumbre canaca de dar la bienvenida al «pagar». Cantos, ofrendas en la estera colocada en el suelo, cálidos apretones de manos… El protocolo dicta que un pequeño jefe –un joven del clan– habla ante el gran jefe de costumbre. Fue por tanto Gérald Darmanin, Ministro del Interior y de Ultramar a cargo del dossier Caledonian, quien actuó como portavoz del presidente para abrir la ceremonia.
Ante las tensiones del escenario político de Nueva Caledonia de cara al futuro, la hoja de ruta que se está dando Emmanuel Macron es tranquilizadora: «Mantén la paz» adquirida desde el final de la guerra civil y los acuerdos de Matignon en 1988, «muestra respeto» de los canacos, y sobre todo “trabajar más en la confianza”. El Estado, la palabra pública, están en duda en este territorio, analiza el Ejecutivo. “Mi voluntad profunda, el deber común ahora, es construir el futuro”animó el Jefe de Estado.
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