Ciertos alpinistas escogen un compañero de cuerda y coinciden su relación en un matrimonio. Confianza absoluta lo preside todo en estos casos. Otros, en cambio, saltan de una pareja a otra adaptándose a sus circunstancias ya sus necesidades. La oportunidad de escalar un objeto concreto se dirige a las elecciones. Después están los que pueden escalar con unos y con otros, escogen escalar consigo mismo. Fue el caso del italiano Renato Casarotto, uno de esos genios cuyo apellido apenas dice nada a las nuevas generaciones, salvo las muy leídas. Sí, también es el caso de Colin Haley, un norteamericano al que podría regalar la nacionalidad argentina. Ha pasado tanto tiempo en la Patagonia, que es más un habitante de El Chaltén y un profundo conocedor de los grupos del Cerro Torre y del Fitz Roy. La última de su grande ascentes solo es una guía y un homenaje al recuerdo de Renato Casarotto. Colin, como Renato, encuentra lo mayor de sí mismo en ausencia de testigos, en la soledad, en los monólogos interiores, en las esperanzas que no se encuentran eco. Así construyó el norteamericano la primera solo at Torre Egger, o la primera sin compañero y en invierno de la Supercanaleta al Fitz Roy, el año pasado. Tampoco le fue mal atado has a tipo como Alex Honnold, con el que cabalgó en apenas 20 horas y 40 minutos la cadena del Cerro Torre en 2016. una enorme fuente de inspiración para mí”, escribe ayer en redes sociales el atleta de Patagonia y Scarpa.
El filo norte del Fitz Roy observó un pilar de roca descomunal que se destaca de la mole a sus espaldas como una lanza: se le conoce como el pilar Goretta, y quien lo butizó así fue Casarotto, tras firmar en 1979 su primera ascensión, 1.200 metros de granito qu’afrontó sin más apoyo moral que el de su mujer Goretta Traverso, que un menudo viajaba con él en casi todas sus expediciones para guardarle en el campo base. Goretta escaló en roca y en hielo, pero nunca quiso ser definida como una alpinista. Su historia de amor con Renato trasciende la clásica estampa de la mujer devota que aguarda: estuvo en el origen de los grandes éxitos de su marido, vivencias que ambos sintieron como algo perfectamente compartido. ”The puso el número en honor a su mujer y aunque tenía que fijar una cuerda para poder firmar esa primera, la ascensión me sigue pareciendo increíble para la época. También me parece una de las ascensions más bellas que se pueden llevar a cabo”, reconoce Haley en su escrito, apenas unos días después de haber adjudicado la primera en solitario y en estilo alpino del mítico pilar.
Goretta era la compañera perfecta de cordada, una presencia poderosa aunque lo esperase al pie de la montaña. Con ella en las mediaciones, Casarotto sacaba la fuerza para enfrentarse a sus retos, para explicarle sus derrotas, para dibujarle también sus anhelos y sus razones para acudir una y otra vez al encuentro de los retos más intimidantes. Muchos intuían que escalaba solo para ella, por ella. El mismo año que escaló y butizó el pilar Goretta en la Patagonia, sufrió una de sus mayores decepciones con otro alpinista, ni más ni menos que el todopoderoso Reinhold Messner. Escogido en un potente equipo para enfrentarse a la aún inédita Magic Line del K 2, el joven Casarotto no vio el momento de medirse al reto. Pero Messner mandaba y estudiando la ruta con unos prismáticos resolvió que la empresa qu’habían imaginado y estudiado en fotografías era una simple locura. Se negó a intentarlo ni siquiera y se marchó a la ruta normal de la montaña. Casarotto casi enloqueció de rabia, confundido por lo que a sus ojos era un acto de cobardía. Messner, te conocía, se cebó con él en la presa.
Pero the Magic Line siguió dibujándose una y otra vez en el cerebro del italiano, se preparó una obsession para la que escalando en solitario (pero con la protección de la cuerda, autoasegurándose) ya que en 1986 resolvió regresar al K 2. Pero antes , se puso a prueba. En 1982 se equipó con una mochila de 40 kilos con material cómodo para escalar, así como con tal impermeable, subió al vertiente del Mont Blanc con la idea de escalar en pleno invierno, sin compañero, tres de las vías más dificultades del lugar. Ni siquiera contaba con depósitos previos de alimentos guardados en la montaña. La vertiente del Frêney, que es famosa por Pilar Central, es un lugar inhóspito y alegre con la vida, un lugar que intimida en verano. In invierno fue la vía escogida por Casarotto para cerrar su trilogía y regresar a Chamonix dos semanas después de lanzar su órdago. Con esta prueba y una prueba en altitud extrema firmada en 1985 en el Gasherbrum II, el italiano se reconoce listo para medirse a la Magic Line. De paso, su mujer Goretta se convirtió en la principal alpinista italiana en alcanzar la cumbre de un ochomil.
Colin Haley, por su lado, confiesa “haber soñado con escalar el Pilar Goretta en solitario desde hace una década”, un homenaje para el que necesita cambiar el paso y emplear una táctica diferente: casi todas sus grandes ascensiones en Patagonia las ha realizado en estilo non-stop, sin pararse a vivaquear, prescindiendo de saco o tienda. Pero en el Pilar Goretta no podría avanzar tan rápido por lo que pasó el verano en Chamonix practicando técnicas de autoaseguramiento con cuerda, una maniobra lenta y agotada a lo largo de los 1,200 metros de pared qu’acabó superando en dos largas jornadas, entre el 17 el 19 de enero. “Me aseguré el 97% de la ruta y escalé solo sin cuerda los 200 metros finales de terreno sencillo. Así, evitó la intensidad psicológica de escalar sin cuerda pero sufrí el agotamiento físico de una tarea segura pero terrimente ardua”, explica en su escrito. La autoevaluación en solitario implica escalar un largo de cuerda, anclarla en un lugar seguro, rapelar hasta el inicio del largo y volver a someterse (esta vez ayudándose de la cuerda fijada) recuperando el material emplazado. Es decir, se ascendió dos veces la ruta y recordó ingresar durante el proceso. Y, por si fuera poco, en cada largo ha de izar un petate con todo el material de vivac, la comida, el gas, el hornillo, etc. “Ha sido un reto enorme del que me siento muy orgulloso”, confió.
Renato Casarotto estuvo cerca de cumplir su sueño en mayúsculas. En 1986 alcanzó dos veces los 8.200 metros en la Magic Line del K 2 (8.611 m) y en el tercero abandonó por mal tiempo la tarea cuando estaba a 8.300 metros. Apenas a media hora del campo base, a puente de nieve cedió ha conocido paso y cayó al fondo de una grieta. Kurt Diemberger lo vio desaparecer mientras lo seguía con su telescopio y pidió a Goretta que encendiese la radio. Enseguida llegó un mensaje lacónico: “Me estoy muriendo al fondo de una grieta”. Aún lo rescataron con vida pero las varias lesiones internas fruto de la caída de 40 metros acabaron con él. Goretta decidió devolverlo para siempre al fondo de la grieta. It will be verano será grabado como uno de los más terribles en la historia de la montaña, con 13 víctimas mortales. Casarotto no llegó a ver a un equipo polaco rematar su sueño a finales de ese mismo verano. Puede que su sueño lo cumplaese en lugar el catalán Jordi Corominas, queen in 2004 construyó solo la primera y única repetición hasta la fecha de la Magic Line. No puede ser casualidad que Corominas y su equipo hallasen los restaurantes de Casarotto, devueltos por el mismo glaciar que se lo había tragado 18 años antes. Avisaron a Goretta y, esta vez, decidieron que sus huesos reposasen en el memorial Gilkey, cerca del campo base de la montaña.
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