yola existencia de un consenso sobre la ausencia de necesidad macroeconómica de una reforma estructural de las pensiones: hoy representan el 13,8% del PIB, es decir, un punto del PIB menos que en 2015 (14,7%) y se irán, según los escenarios más pesimistas, paulatinamente subir hasta cerrar este umbral en 2035… luego estabilizarse en este nivel (14,7%) hasta 2070. Ningún shock o problema estructural, por tanto, nada que no requiera cambiar las reglas del juego.

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El consenso también coincide en el hecho, lógico, de que es necesario, sin embargo, prever (a medio plazo) un ajuste de los recursos teniendo en cuenta el aumento progresivo de la cuota que la comunidad deberá destinar a los jubilados hasta 2030 (desde orden de 0,5 punto del PIB – este es el grosor de la línea).

Esta cuestión de ajuste contable es menor, por ejemplo, en relación con la cuestión de la evaluación de la eficacia de las reducciones de cotizaciones (que se suman a 90.000 millones de euros en el informe de 2019 del Tribunal de Cuentas sobre las cuentas de la seguridad social) , el coste reciente de la política de abastecimiento del gobierno (160 mil millones según la nota reciente del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales), el déficit presupuestario francés (160 mil millones previsto para 2023), o incluso el costo adicional del Flamanville EPR (unos 15.800 millones según el mundo) que son sin embargo muy poco debate…

Juega con la tasa de cotización

De hecho, se trata de encontrar en promedio para 2030, según los acuerdos adoptados, de tres a nueve mil millones de euros por año. El ajuste de recursos en un sistema de reparto es simple: lógicamente es necesario jugar con lo que es responsabilidad de los interlocutores sociales, es decir, la tasa de cotización.

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Suponiendo un incremento de esta tasa a cargo íntegramente de los asalariados sin afectar el salario bruto, y por lo tanto sin incrementar el costo de la mano de obra, y de acuerdo a las proyecciones del gobierno, que cuentan con un incremento de salarios idéntico a la productividad del orden del 1% por año, la cantidad subiría a la llegada, con un incremento paulatino, a 33 euros mensuales en 2027 por el salario medio o incluso a 46 euros en 2032, esto simplemente da una orden de magnitud.

No se trata de una reducción del salario neto, sino de un aumento menor: parte de las ganancias de productividad se utilizarían, en este caso, principalmente para cotizaciones y, en consecuencia, el salario neto aumentaría a un ritmo menor que el salario bruto. en 2027, por ejemplo y para fijar ideas, el incremento de salario neto sería así de 95 euros, en lugar de un incremento de 128 euros si no hubiera habido un incremento de cotizaciones, quedando por tanto una diferencia de 33 euros.

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