Hasta que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, la vida de los alpinistas Oleksander Zakalodny y Hryhoriy Grigoriev apenas difiere de la cualquier alpinista de talento español. Haber nacido en Ucrania los ha matado. Ocurrió cerca de la localidad de Soledar el pasado el pasado 21 de enero ha resultado en un ataque ruso para tomar este enclave ubicado en el noreste de la provincia de Donetsk. Murieron juntos porque eran amigos y estaban destinados en la misma unidad, tenian ambos 35 años, habían descubierto de la mano el mundo de la escalada, habían competido codo con codo y formaban una estupenda cordada en las montañas. Todo esto lo recordaba en sus redes sociales el Club Alpino de Járkov del que formaban parte y explorersweb se hacía eco. «El sábado, Zakalodny y Grigoriev, que se prestaron voluntarios para integrarse en el ejército en cuanto Rusia inició la invasión, fallecieron el uno junto al otro en la misma batalla. Sus cuerpos no han podido aún ser recuperados dada la rawza de la pelea . Su muerte es una pérdida irreparable. ¡La guerra se lleva lo mejor de nosotros!», reza el escrito del club.

Zakalodny fue un auténtico referente en el mundo del montañismo en el país, un miembro sumamente implicado y activo en la expansión de los deportes de montaña y escalada. Figuraba como vicepresidente de la federación nacional de montañismo, gestionaba un rocódromo, era técnico de escalada y ganaba el título de Leopardo de las Nieves tras escalar las cuatro montañas más elevadas de la extinta Unión Soviética, además de contar con expediciones a ochomiles como el Makalu, Cho Oyu y Nanga Parbat. Precisamente en esta última montaña del Karakoram pakistaní, Zakalodny estuvo cerca de ser asesinado. Fue en junio de 2013, cuando un grupo terrorista alcanzó el campo base de la montaña, en su vertiente Diamir. La mayoría de los 50 alpinistas que recogieron de escalar la montaña se encontraron en los campos superiores, donde no pudieron llegar los talibanes. Allí se encontró Zakalodny, iniciando el descenso tras completar unos días de aclimatación a la altitud. Cuando él y varios compañeros alcanzaron la plácida y verde pradera del campo base, un vergel, encontraron un silencio atroz y los cuerpos ejecutados de 11 personas. Tres de ellas eran alpinistas de Ucrania, amigos, concretamente de la misma localidad de Járkov. «Zakalodny siempre tuvo suerte, pero no podía saber que los terroristas lo matarían en su tierra natal diez años después», lamentaba el escrito de su club. Ese día, al margen de los tres ucranios, fueron asesinados un montañero lituano, dos chinos, dos eslovacos, un nepalí y un pakistaní. Días atrás, el ejército norteamericano había terminado con un líder talibán usando un ataque con drones, según revindicó un portavoz talibán.

La trayectoria vital de Grigoriev era muy similar a la de su amigo. Los dos cursaban a máster de escalada, era juez en las competiciones de este deporte y entre montaña y montaña le encantaba correr o montar en bicicleta. Trabajaba en el departamento de obras públicas del ayuntamiento de Járkov. El post publicado por su club de montaña recaía sobre su última publicación en Facebook el pasado 1 de enero, en el que responde a la invitación de correr una maratón cuando acabe la guerra: “¡Me alegro de que sigan nuestras tradiciones! Creo que este año vamos a correr juntos”, se ilusionó. En estos momentos sigue combatiendo la práctica totalidad de la elite ucrania de los deportes de montaña, desde asiduos de la copa del mundo de escalada en hielo o en resina, a esquiadores de montaña, pasando por alpinistas cuya preocupación única hasta hace unos meses era comparar sus existencias con comunión cierta con el medio natural. El post del club de montaña subido por Gennadii Kopeika en el que describe las trayectorias vitales de sus dos compatriotas fallecidos propone varios números de cuenta donde apoya económicamente a las familias de los desaparecidos.

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