El ejército israelí está a la espera de la orden del Gobierno de Benjamín Netanyahu para invadir por tierra la franja de Gaza. La primera fase del plan para derrocar a Hamás, según el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, se inició el pasado 7 de octubre con una “campaña militar que incluye bombardeos [aéreos]” a la que se ha visto sometido el enclave las últimas dos semanas y que se ha cobrado ya más de 5.000 muertos. Para el siguiente paso, que consiste en una invasión terrestre, las tropas preparan su tecnología militar de punta desde la frontera. Los drones, los dispositivos de vigilancia y especialmente los tanques serán piezas fundamentales para la incursión, que se ha demorado respecto a las expectativas iniciales.

Una vez las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) obtengan esta aprobación, contarán con una de las mayores fortalezas de cualquier ejército: los tanques Merkava IV y su última variante, conocida como Barak y que fue introducida este año. Su atractivo se fundamenta en su innovación, de producción y ensamblaje casi por completo israelí, salvo algunas piezas de fabricación estadounidense, alemana y belga. Estos carros de combate incorporan cámaras avanzadas y sensores para detectar posibles amenazas; además, cuentan con un ordenador de misión que usa inteligencia artificial y un sistema llamado Trophy que sirve como un escudo contra los ataques de misiles. El ejército asegura que estos vehículos “obligarían a cualquier otro tanque a arrodillarse”. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), la flota de tanques de Israel supera las 2.200 unidades, aunque los Merkava IV constituyen solo una quinta parte.

Omar Dostri, experto en seguridad nacional del Instituto de Jerusalén para Estrategia y Seguridad, sostiene que estos modernos vehículos son cruciales para “destruir objetivos que no hayan sido eliminados durante los ataques aéreos”, dice por correo electrónico. Además, esgrime, formarán parte de la incursión terrestre en Gaza para dar “mayor seguridad ante los lanzamientos de misiles”. Como uno de sus principales activos, este experto destaca: “Su sistema de protección es particularmente beneficioso en escenarios de combate urbano”.

A pesar de tener uno de los ejércitos más poderosos en Oriente Próximo, la batalla que procura emprender Israel tiene características muy complejas. Hamás, que controla Gaza desde 2007, actúa de fuerza local y a la defensiva. Más aún, hará frente a unas tropas que no entran a la Franja desde 2014. En casi una década, consideran los expertos, la milicia seguramente mejoró sus tácticas de ataque e incrementó los sitios en los que pueden esconderse. “Hamás puede tender trampas y emboscadas a las fuerzas terrestres de las FDI, así como minar carreteras con explosivos o recurrir a francotiradores en las calles más estrechas en las que pasarán estos vehículos”, explica Dostri.

Gian Gentile, coronel estadounidense retirado e investigador del centro de análisis RAND, coincide en que el combate terrestre se luchará mano a mano. “Probablemente, Hamás peleará en equipos pequeños de dos o tres personas al estilo guerrilla, para que puedan esconderse con facilidad y poner trampas improvisadas”, afirma por llamada. Según estimaciones del IISS publicadas en 2022, las Brigadas de Ezedin al Qasam, el brazo armado de Hamás, contaban con entre 15.000 y 20.000 efectivos. Sobre los Merkava IV, el experto declara que “son sencillos de conducir. Con dos semanas de entrenamiento, cualquier militar podría hacerlo”. El verdadero reto está en la maniobra: a las montañas de escombros que han dejado los ataques aéreos se suman los obstáculos que puede construir Hamás, por lo que el experto ve necesario un apoyo adicional desde el exterior.

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Operación multidimensional

Otra dificultad a la que se enfrenta el ejército israelí es el sistema subterráneo de túneles, conocido como el metro de Gaza, controlado por Hamás. La red, que la milicia asegura se extiende por 500 kilómetros debajo del minúsculo territorio de la Franja, funciona como refugio, puesto de mando y método para movilizarse sin ser detectado por los sistemas de vigilancia de Israel. “Hay artefactos que monitorean el calor o el ruido, pero la compleja geología de la zona y la infraestructura construida encima [del metro] dificulta atacar con precisión”, señala por videollamada Scott Savitz, ingeniero y analista senior también del centro RAND.

Los tanques serán usados, según el investigador Gentile, para destruir las entradas y salidas de estos túneles. Sin embargo, se ha demostrado que los puntos de acceso muchas veces están construidos bajo edificios en los que concurren civiles. La UNRWA, la agencia de la ONU para refugiados palestinos, denunció el año pasado que uno de estos túneles pasaba por debajo de una de sus escuelas, un hecho que calificó como una “brecha” del derecho internacional. La Operación Acantilado Poderoso, emprendida por Israel en 2014 durante dos meses, tenía el objetivo de inutilizar esta red. Sin embargo, la magnitud de la destrucción, según Hamás, fue mínima.

Entonces, ¿son suficientes los tanques para la ofensiva? Los expertos consideran que, a pesar de su potencia para atacar y su sistema de seguridad, el ejército israelí debe entablar una “operación multidimensional” si quiere lograr su objetivo. “Junto con los tanques, la infantería y las fuerzas especiales deben apoyarse en la artillería, además de los ataques aéreos y navales”, propone Dostri. Una opinión similar tiene Gentile: “Se necesita apoyo de la infantería para quitar a los milicianos de Hamás de las espaldas de los tanques”.

Finalizado el ataque a la “infraestructura de Hamás” desde dentro del enclave, el ejército israelí, señaló este viernes el ministro de Defensa, dará inicio a la segunda fase, denominada “la estabilización de sistema”. Esta etapa contará con ataques de “menos intensidad, con el objetivo de eliminar los reductos de resistencia”, es decir, se mantendrán tropas en Gaza para acabar con los grupos insurgentes, según la versión del ejército israelí.

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