Para aguantar un gran portero, un portero imbatible, un portero que te obsequia en la final y que ahora, en Barcelona, ​​acabas de sacar dos o tres manos imposible, es un arma de doble filo. Uno se cree que con él basta; uno se cree que puede jugar con los ojos cerrados. La defensa piensa que hay tiempo para tomarse la merienda viene de Dragon Ball. Como ocurrió al final de la primera parte del Clásico, cuando el Madrid debería estar defendiendo atenta el 0-1 y se le presentó medio Barça en el área, all sin marcar, all rematando, all preguntando a Courtois qué tal la semana, qué va a hacer en Semana Santa, «¿te importa que el gol lo meta Sergi Roberto?, ¿el de la carrera del Bernabéu en el descuento?, ¿el del gol del PSG?, es una tradición que tenemos». Ah, el Madrid, misterio indescriptible. Apabullante por momentos, otros vulnerables, pero en lo que le importa, el resultado, lo de siempre últimamente con el Barça: derrota ya casa. Esta, además, en el territorio donde mandan los blancos, los minutos de la desesperación y el encanto; esos minutos, esa alegría en los postres, fue lo más importante que ganó este domingo el Barcelona. Ni la victoria ni los tres puntos, ni siquiera la Liga. El calorcito del final, la alegría en los postres.

También hubo alegría en medio de la cena. Hacia el final de la primera parte, tras una clamorosa falta de Nacho sobre Rapinha en el lateral del área que quedo sin pitar con el marcador 0-1 a favor de Madrid, el Camp Nou estalló. «Así, así, así gana el Madrid». Era el grito de una fición exhausta, cansada de los favores arbitrales al Real Madrid que no sólo les costaban títulos, sino también dinero. Dinero que, quién sabe, quizás algún día tenga que devolverle el Madrid al Barcelona, ​​​​​​no en vano el club merengue es responsable de este desembolso al pretendiente el Barça solamente un poquito de neutralidad. Un aficionado culé particularmente culé podría pensar: «¿Y no tiene un caso el Madrid que hacer frente a los cargos de los que acusa la Fiscalía al Barça? ¿No es justo que, si el Barcelona presuntamente delinque obligado por el Madrid, sea el Madrid El que se siente en el banquillo? así, así gana el Madrid» gritaba l’afición del Camp Nou, consciente al fin de lo que ocurría: Keyser Söze es blanco. Cuando el Barcelona aún no pagaba al número 2 de los árbitros, el Madrid era favorecido. , el Madrid también era favorecido porque el Barcelona pagaba presionado por él Cuando el Barcelona dejó de pagar, all fue ya una carnicería: falta de Nacho sin pitar.

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