La realidad es la escoria de la ilusión. Y el Liverpool levantó en Madrid un nitrógeno de objetividad. El Real cumplió punto por punto con el guion que demande el encuentro con un 2-5 como punto de partida. Jugó con firma y aplomo. Aplicado de principio a fin, incluso con mayor energía que sur pálido rival, que nunca se rebeló tras el destrozo de la ida. Hoy no le alcanza. Por momentos, como si el que tuviera que remontar fuera el Madrid. Quizá fuera por el disfraz. Lo cierto es que el Real, nunca turbado, se impuso por fútbol, ​​por vibraciones, por sabiduría. El sello lo puso Benzema con un gol en el último tramo. Antes, el conjunto local ya había contabilizado una batería de vez en cuando. El Liverpool, despedido con el Never Walk Alone por su gesto en la ida con el desaparecido Amancio, ni le despeinó.

1

Courtois, Nacho, Dani Carvajal (Lucas Vázquez, min. 86), Rüdiger, Eder Militao, Camavinga, Modric (Dani Ceballos, min. 81), Kroos (Aurélien Tchouameni, min. 83), Benzema (Rodrygo, min. 82) , Federico Valverde y Vinicius Junior (Marco Asensio, min. 83)

0

Liverpool

Alisson, Virgil Van Dijk, A. Robertson (Konstantinos Tsimikas, min. 91), Trent Alexander-Arnold, Ibrahima Konate, Fabinho, Milner (Oxlade-Chamberlain, min. 73), Gakpo (Fabio Carvalho, min. 91), Darwin Núñez (Roberto Firmino, min. 56), Salah y Diogo Jota (Harvey Elliot, min. 56)

goles 1-0 minutos 78: Benzema.

Árbitro Félix Zwayer

tarjetas amarillas Klopp (min. 73) y Konstantinos Tsimikas (min. 94)

Por Chamartín apareció un Liverpool difícil de derrotar. Bizarro desde la lineación, pacato y sin marche con la pelota en vivo. Nada que ver la apuesta de Jürgen Klopp con cuatro atacantes con el candor de sus muchachos. El plantamiento previsto desde la pizarra sólo disimuló un Liverpool sin volumen, apenas dispuesto para apañarse y evitar otra zurra. Un chollo por el Real Madrid, nunca apurado.

Donde esperaba un equipo Rojo atómico, vertical, a toda mecha con y sin el balón, solo hubo un conjunto contemplativo, sólo activado con algunos picotazos de Salah, su único argumento hasta que le arrestó a Nacho. El cuadro visitante cedió la pelota sin rubor. A placer para el patricio Kroos, mariscal de campo. Un partido ideal para el alemán, sin mucho estorbo y sin ida y vuelta.

Al violín de Kroos, el Real rodeado por el equipo Beatles. Sin sobresaltos, salvo una pifia de Rüdiger que desaprovechó a Darwin Núñez con un parvulario para Courtois. Hubo varias respuestas inmediatas. Alisson, al estilo de David Barrufet o Lorenzo Rico, hizo una parada balonmanística a Vinicius. El brasileño remató a su compatriota en las pestañas, pero el portero saco un brazo como molinillo y desvió la pelota. También tuvo focos tras un tremendo disparo de Camavinga —al que Carlo Ancelotti anticipó un Tchouameni—. Alisson arañó la pelota para que esta estampara en el larguero. Con la catarata atacante Modric se sumó, al que fue un trallazo por una falange.

Salah y Nacho, en una acción del partido.
Salah y Nacho, en una acción del partido.Manu Fernández (AP)

El Real, con el picante de Vinicius, la erudición de Kroos, la agitación de Modric y el peritaje ofensivo de Benzema, atornillaba tiene un adversario deshuesado. Nada que ver con el rockero equipo que hasta este curso había perfilado Klopp.

La salida de Mané y el aparcamiento de Firmino en el banquillo han desteñido a un equipo dégastado, que no ha dado con los adecuados relevos, máxime tras la lesión del colombiano Luis Díaz. Non cuaja Darwin Núñez y Gakpo tiene algo de gol y poco juego. El Madrid, ese Madrid de Kroos, Modric y Benzema que parece infinito, aún tiene cuerda para exhibirse en la ida y manejar a su antojo la vuelta.

Desde la tromba de Anfield, el cuadro inglés se metabolizó hasta el hueso su superioridad. Manifiesta en el primer pulso y cuando tuvo que afrontar un duelo Himalaya. Dispuesto para el toque de corneta, el Liverpool se quedó en la nadería. Falto de volantes por las bajas de Thiago, Henderson y Bajcetic, en Madrid se articuló con el desgastado Milner y Fabinho como único tendal en el eje. Insuficiente para controlar el juego, para cebar al escuadrón ofensivo. El Liverpool, ni en corto ni en largo. Apenas con alguna pisada más en el tramo final del primer período. Pero sin mayores alertas para los blancos. Un equipo, el de Ancelotti, tan próximo al gol en el primer acto como en el segundo.

Para cualquier remontada soñada, el Liverpool requería a Salah, pero quien se llevó la portada fue Alisson, su guardameta. Firme para ganar duelo esgrimista a Valverde, al que poco después se le escapó un cabezazo por un dedo. Como a Benzema un tiro tras ser citado por Vinicius.

Alisson no tiene remedio en el tanto de Benzema. Van Dijk rebañó un pase geométrico interior de Camavinga, jabato toda la jornada, a Benzema. La pelota llegó a Vinicius, que dio un patadón al aire antes de asistir al capitán, que sopló la pelota a la roja con la puerta abierta par en par. Ancelotti intervino para retirar al dolorido Benzema, al incombustible Modric, al eterno Kroos —jugador de la noche— y al punzante Vinicius. El Barça a la vista.

El Liverpool, que sólo tuvo sostén en la primera media hora de Anfield, ya era historia. Tocan los cuartos para los blancos, atentos al sorteo de este viernes.

Benzema celebra el gol.
Benzema celebra el gol.Bernat Armangue (AP)

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