A falta de bares en una ciudad plagada de pubs, los grafitis rompen el entorno aburrido del Etihad. Unas horas antes del partido, a 100 metros del estadio de la Ciudad, dos jóvenes terminaron de perfilar los rostros de Jack Grealish y Ederson Moraes. Muy cerca de allí, la cara de Pep Guardiola ya estaba hecha hace días. «La perfección es parte de mi trabajo», leía sobreimpresionado en el mural.

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Ederson Moraes, Manuel Akanji, Walker, Rúben Dias, Rodrigo, Gündogan (Mahrez, min. 79), De Bruyne (Foden, min. 83), John Stones, Erling Braut Haaland (Julián Álvarez, min. 89), Grealish y Bernardo silva

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Real Madrid

Courtois, Eder Militao, Alaba, Camavinga (Aurélien Tchouameni, min. 79), Dani Carvajal (Lucas Vázquez, min. 79), Modric (Rüdiger, min. 63), Federico Valverde, Kroos (Marco Asensio, min. 70), Benzema, Vinicius Júnior y Rodrygo (Dani Ceballos, min. 79)

goles 1-0 minutos 23: Bernardo Silva. 2-0 minutos 36: Bernardo Silva. 3-0 minutos 75: Manuel Akanji. 4-0 minutos 91: Julián Álvarez.

Árbitro Szymon Marciniak

tarjetas amarillas Rúben Dias (min. 50), Dani Carvajal (min. 55), Gündogan (min. 62), Camavinga (min. 75) y Grealish (min. 90)

Un buen anticipo para explicar el tornado que desató su equipo ante un Madrid pálido como el color de su camiseta. La noche tuvo mucha obra personal de Guardiola. Espantó al fantasma con los mismos 11 jugadores Durante 169 minutos (el primer cambio en la eliminatoria —Mahrez por Gündogan— no se produjo hasta el 3-0), y ni siquiera necesitó los goles del paquidermo Erling Haaland. Hasta 52 lleva, de momento, el delantero en todo el curso, pero ninguno de los cinco de los ciudadano en las semifinales de la Liga de Campeones. Los vericuetos del fútbol son así. Hasta este miércoles, solo había un conjunto al que el noruego no le había castigado habiéndose enfrentado dos o más veces: el City, precisamente, mientras él estaba en el Dortmund. Antes de Madrid, en la Castellana lo secó Rüdiger y en el Etihah solo hubo una aclaración, Courtois, el único madridista que no se presentó con una copia de sí mismo.

Con el alivio de la goleada, Guardiola confiesa que su equipo está cansado de ver al Madrid y, sobrio todo, con el pasado tortuoso que representa al Madrid. “Hemos jugado con el dolor de la eliminación del año pasado. Fue duro”, admitió nada más sentarse ante la prensa. “Estos días, tuvo la sensación de que este dolor está presente. Recuerdo que Kroos dijo que aqui [en Mánchester, el curso anterior] podian haber perdido 10-1. Bueno, pues el fútbol nos ha dado una revancha. Vea nuestras críticas de que la temporada pasada no tuvimos carácter [en la remontada sufrida en el Bernabéu]pero no, caímos porque esto es fútbol”, explicó con mucho detenimiento el técnico, que no ocultó el desahogo.

Cuando superó en cuartos al Bayern y vio que su futuro pasó de nuevo por el Madrid, lo excepcional una oportunidad del destino. Ese dolor empujó y también, según explicó, haber salido libre de un momento complicado en la ida. «El partido cayó peligrosísimo en el Bernabéu con el 1-0. En la segunda parte, los primeros 15 minutos suyos eran y, si marcan el segundo, no sé cómo hubiéramos reaccionado», comentó.

Ventilado el Madrid, ahora solo se encuentra a tres victorias en Premier, FA Cup y Champions del triplete. «Yo soy culé, lo sabéis todos», continuó el preparador cuando el turno de preguntas de los periodistas ingleses y empezó à responder a los españoles en un ambiente de viejos conocidos. «Antes de ganar la Copa de Europa, el Barça perdió tres o cuatro finales. ¿Por qué en el City la vamos a conseguir cada año? La lección del año pasado la aprendimos. Lo importante es estar cada temporada luchando por las competiciones. Es lo que define un gran equipo y recientemente lo hemos hecho”, desarrolló.

Enlutado hasta el cuello, sobraron las dos horas de chocque para cumplir con la norma de los 10,000 pasos diarios. El hombre era una centrifugadora constante de movimientos y gestos frente a Ancelotti que empezó la noche con pose relajada y la pierna estirada, y antes del descanso ya se estaba rascando la cabeza. A cada acción del City le siguió un aspaviento del técnico catalán, que celebró el 1-0 como un poseso y con el 2-0, a la hora de juego, se arrodilló por una acción en apariencia intrascendente. El drama en solitario encontró una tregua cuando, tras la pausa, Kevin de Bruyne revolvió y le gritó a la vista de todos. Guardiola, en solitario, cayó en un receso.

Su segunda final de la Champions con el City (cuarta en total; a una de Ancelotti) la atrapó con su matasellos clásico, sin aliños noruegos. En la temporada de Haaland, el City sacudió al Madrid con Rodri al volante -”imperial, sin él no hubiéramos hecho esto”, valoró el entrenador- y Bernardo Silva goleando. Cuando los dos conjuntos comparecieron bajo la pitada al himno de la Champions, el físico del portugués contrastaba por su menudez (1.73) frente a tipos fibrosos, altos y musculados. Todo lo contrario que su fútbol. “No estaba muy contento con mi partido de ida y tenía que compensarlo. Creo que lo hice”, dijo el luso.

La noche la inauguró Haaland amenazando por arriba. Carga ciudadano era constante y hasta Walker le ganaba en carrera a Vinicius, pero la solución local al trauma no vino con las nuevas variantes nórdicas, sino con las viejas esencias de Guardiola. Al toque, atractivo y filtrando. El perfume de Bernardo Silva se extendió por la banda izquierda de Camavinga, o incluso se acogió en Europa.

Par ahí, dos genios se aliaron para empezar a torturar al Madrid, Kevin de Bruyne y Silva. El primero le metió un pase maravilloso ante la defensa flácida de Kroos y Modric, y el portugués apuntilló al palo corto. Para el segundo no necesitó tanta sutileza. En plena tromba, pilló un rechace y cabeceó en el más absoluto de las soledades. Un tanto más prosaico que terminó de subrayar su carácter clínico cuando lasentejas están sobra la mesa: 10 de sus 14 goles en la Champions los ha metido en eliminatorias.

Yahora, el Inter en Estambul, citado para la que Guardiola reservó su cautela habitual. «Una final contra un equipo italiano que no es favorito es lo peor que te puede ocurrir», sentencia.

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