FRANCIA 5 – DOMINGO 16 DE ABRIL – 22:30 – DOCUMENTAL

En medio del Pacífico Sur, el 5 de mayo de 1988 a primera hora de la mañana, el horizonte sobre la isla de Ouvéa, en Nueva Caledonia, aún brilla. La calma es engañosa. Al norte, en una cueva situada en el territorio de la tribu Gossanah, los separatistas canacos llevan dos semanas deteniendo a veintitrés personas, en su mayoría gendarmes. Dentro de tres días tendrá lugar la segunda vuelta de unas tormentosas elecciones presidenciales entre el jefe de Estado socialista saliente, François Mitterrand, y su primer ministro derechista, Jacques Chirac. Esta crisis, que ya ha costado la vida a cuatro gendarmes, se ha convertido en una de las claves de la papeleta. Terminará en derramamiento de sangre. Al término del asalto dado, el mismo día, por el ejército, hay veinticinco muertos, 19 canacos y seis soldados.

Sobre este turbulento episodio de la historia de la República, el documental de Marion Guégan hace un trabajo útil al no detenerse en el solo uso de la fuerza. Ella opta por una perspectiva amplia y se detiene, de manera fáctica, en las raíces históricas, políticas y culturales de este drama. Si los especialistas en el tema pudieran lamentar no haber descubierto elementos nuevos y un número limitado de testigos, la virtud pedagógica de este trabajo y su probada claridad merecen atención.

Desafortunadamente, Ouvéa fue rehén de un calendario electoral nacional muy apretado en total contradicción con el tiempo de negociación y la consideración de las consideraciones locales. La metrópolis estaba tan lejos de la tierra de Caledonia, la información que se había filtrado estaba tan fragmentada, las fantasías más excéntricas sobre los abusos de los melanesios se habían transmitido con complacencia, que París pudo dejar de lado fácilmente una respuesta política que algunos, en el spot, creyó posible y favoreció la única solución militar. Un verdadero desperdicio humano.

Sucesión de imprevistos

Uno de los secuestradores cuenta cómo lo que se suponía que era un acto simbólico se convirtió en una carnicería tras una serie de imprevistos. El 22 de abril de 1988, los canacos sólo pensaron en ocupar durante unas horas la gendarmería de Fayaoué y enarbolar su bandera, una acción frecuente de los separatistas en el territorio. Además, no era una exacción villana. La ira de Alphonse Dianou, el líder del grupo, y sus compañeros atrincherados en la cueva nació casi siglo y medio en la historia de nuestro país.

No fue hasta 1945 que se concedió el derecho al voto a los primeros melanesios, 1.144 de ellos exactamente, veteranos, jefes tribales y pastores. Un año después, los canacos obtienen la libertad de residencia y trabajo en la isla y por fin pueden circular como les plazca, de día y de noche. El trabajo forzoso fue abolido y el código nativo fue abolido el 5 de abril de 1946. Antes de la guerra, » los indígenas «como se les llamaba entonces, tenían que salir de Numea antes de las 17.00 horas y no volver hasta las 5.00 horas.

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