Ddigámoslo de inmediato: Macron está en el momento equivocado y nos está haciendo perder el tiempo. Aplica recetas totalmente inadecuadas al mundo de los 2020, como si hubiera quedado bloqueado intelectualmente en la era de la euforia liberal de los 90 y principios de los 2000, el mundo antes de la crisis de 2008, el Covid-19 y Ucrania.
El contexto actual es, sin embargo, de crecientes desigualdades, hiperprosperidad de la riqueza y crisis climática y energética. La urgencia es la inversión en formación y salud y el establecimiento de un sistema económico más justo, en Francia y en Europa, y más aún a escala internacional. No importa: el gobierno sigue con una política antisocial de otra época.
Sobre las pensiones, Macron había intentado, en 2019, llevar la idea de una pensión «universal», con una unificación de las reglas entre los regímenes, que en verdad son demasiado complejas. El problema es que apoyó una jubilación universal muy desigual, consistente a grandes rasgos en perpetuar hasta la muerte las abismales desigualdades de la vida laboral.
Son posibles muchas otras pensiones universales, con énfasis en las pensiones pequeñas y medianas, con una tasa de reemplazo que varía con el nivel del salario, todas financiadas por un gravamen progresivo sobre los ingresos y los activos (con, por ejemplo, la introducción de una tasa general de contribución social (CSG) del 2% sobre las 500 mayores fortunas, lo que por sí solo aportaría 20.000 millones de euros).
Desperdicio social y económico
Hoy, Macron ya ni siquiera intenta pretender y jugar al modernizador del estado social: la reforma de las pensiones de 2023 simplemente pretende apalancar dinero, sin ningún objetivo de universalidad o simplificación. Es incluso la reforma paramétrica más opaca que uno podría haber imaginado.
Las nuevas reglas sobre carreras largas son totalmente confusas. La supuesta medida de las pequeñas pensiones de 1.200 euros afectará finalmente a menos del 3% de los jubilados, y el Gobierno habrá tardado un año en llegar a esta cifra, que sigue siendo muy aproximada, cuando tiene todo el aparato a su alcance. estatal y gasta miles de millones en empresas de consultoría.
La realidad, que ahora es imposible de ocultar, es que los esfuerzos recaerán sobre todo en las mujeres con salarios bajos y medios, que tendrán que trabajar dos años más en trabajos difíciles y mal pagados, mientras aún tienen empleo.
Te queda el 57,56% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.