Iuna democracia israelí es indudablemente imperfecta, ¡y lo sigue siendo! Durante mucho tiempo discriminó a los ciudadanos árabes de Israel al someterlos a una administración militar, pero desde entonces ha evolucionado en la dirección de una mayor concordancia con el principio de igualdad consagrado en la declaración de independencia de 1948. El dinamismo de la sociedad civil la sociedad y su autonomía frente al Estado son en gran parte responsables de este progreso que ha acabado afectando a las instituciones. ¿No encontramos un juez árabe entre los quince que se sientan en la Corte Suprema, el mismo que el gobierno ahora está tratando de neutralizar?

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Detrás de los problemas atribuidos masivamente, cientos de miles de ciudadanos se movilizan desde hace más de tres meses para recordar la necesaria separación de poderes propia de toda democracia moderna y para rechazar la «democracia» que se vislumbra en el horizonte. Pero, ¿realmente creemos que solo luchan por determinar la composición exacta de la comisión encargada de nombrar a los jueces de la Corte Suprema? ¿Simplemente pensamos que lo que los impulsa a manifestarse es aumentar el número de diputados necesarios para que la Knesset autorice a anular un fallo de la Corte Suprema? Los israelíes no se convirtieron repentinamente en constitucionalistas apasionados por el derecho público. De hecho, vislumbran muy bien los objetivos que se plantean más allá de esta reforma del régimen.

Porque en verdad, ebrio del poder que le confiere la victoria en las elecciones legislativas del 1oh En noviembre pasado, el gobierno no se contentó con proclamar su deseo de promulgar un cambio constitucional acelerado, develó los objetivos de esta contrarrevolución en marcha: por un lado, la transformación, paso a paso, de Israel en estado teocrático. Para lograrlo, la Corte Suprema es el objetivo indispensable a derribar, porque durante más de tres décadas, en sentencias espectaculares, ha otorgado derechos a mujeres y personas LGBTQ que la Knesset se hubiera visto en apuros para promulgar. Por otro lado, con la misma franqueza de la que es capaz una derecha desinhibida, el gobierno desveló su plan para reforzar la dominación en los territorios ocupados, llegando incluso a excusar expediciones punitivas de acuerdo con los colonos.

Coloniza con todas tus fuerzas

¿Cómo explicar entonces la ausencia significativa y lamentable de los árabes encontrados en las manifestaciones cuando serán los primeros afectados, si no las primeras víctimas, de este cambio de régimen? Dos factores explican su reticencia a sumarse a las marchas: los pronunciamientos que adornan los mítines y el silenciamiento deliberado de la ocupación asegurada en las consignas coreadas por los manifestantes.

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