Los israelíes volvieron a salir a las calles el sábado (1 de julio) para protestar contra el poder judicial buscado por el gobierno, aunque el primer ministro Benjamin Netanyahu había renunciado unos días antes a una disposición clave del plan.

En Tel Aviv, los manifestantes, que blandían pancartas en las que se podía leer «Salvar la democracia» reunidos como cada semana durante varios meses.

Aunque no se comunicaron cifras sobre la participación de inmediato, las manifestaciones reúnen regularmente a decenas de miles de personas.

Formado a fines de diciembre con el apoyo de partidos de extrema derecha y formaciones judías ultraortodoxas, el gobierno de Netanyahu intentó aprobar su reforma que propone aumentar el poder de los funcionarios electos sobre el de los magistrados. El anuncio del proyecto en enero provocó uno de los mayores movimientos de protesta en la historia de Israel.

Negociaciones suspendidas

El gobierno ve la reforma como necesaria para asegurar un mejor equilibrio de poder, pero sus críticos la ven como una amenaza para el estado y sus salvaguardias institucionales.

En una entrevista concedida a el periodico de Wall Street transmitido el jueves, Netanyahu dijo que había abandonado la llamada cláusula «despectivo», que permitiría al Parlamento anular una decisión del Tribunal Supremo por mayoría simple. Esta cláusula muy criticada fue aprobada en primera lectura por el Parlamento en marzo. Otra disposición también adoptada en primera lectura y que modifica el proceso de nombramiento de los jueces, es objeto de feroces controversias.

Benyamin Netanyahu, que a finales de marzo anunció un quiebre en el proyecto que permitiera discutir con la oposición, prometió el 18 de junio relanzarlo. Unos días antes, los dos principales líderes de la oposición, Yaïr Lapid y Benny Gantz, habían suspendido su participación en las negociaciones de la reforma.

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El mundo con AFP