La nieve ha invadido las llanuras al pie de la cordillera de los Tauro. La alfombra blanca brilla bajo los rayos del sol de invierno, salpicada por campos de albaricoqueros demacrados. Pero el rugido de un helicóptero rompe la apariencia pacífica del paisaje. Desde los terremotos del lunes 6 de febrero, es por vía aérea que las conexiones entre las ciudades y los pueblos de la remota campiña de Malatya, en Turquía, se realizan con mayor eficacia. Prefectura en el centro del país, ubicada cerca del epicentro del terremoto, la ciudad y la región se encuentran entre las áreas más devastadas por el desastre.

En la arteria principal del pueblo de Polat, ni una casa resistió el choque. Las casas eran bajas, sin embargo… de uno o dos pisos como máximo, pero las reglas de la sismografía anulan las observaciones del profano. Cedieron estructuras de madera, briquetas y tierra seca, perdiendo decenas de aldeanos sin hogar. Ahora se están calentando en la estufa en tiendas de campaña instaladas por AFAD, la agencia gubernamental para la gestión de desastres, que llegó al lugar al día siguiente.

El de Fadime, sesenta años de mirada franca, enfrenta su casa en ruinas. Se instaló en unos quince metros cuadrados con otros cuatro miembros de su familia: dos adolescentes, su cuñada y su suegra anciana, que padecía la enfermedad de Alzheimer. Durante seis días, los problemas se han ido acumulando: “No pudimos conseguir la medicina de mi suegra, y tenemos muy pocos utensilios de cocina”explica, levantando la tapa de una olla humeante llena de papas que se están cocinando en la estufa.

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Esta trabajadora de temporada, especializada en la cosecha de tabaco, no tiene idea de qué será de ella y su familia. “Gracias a Dios estamos vivos”, se consuela. Otros pueblos siguen esperando ayuda. Un sitio de noticias en línea basado en la región informó ataques de lobos establecidos por los cadáveres abandonados en el pueblo de Çelikhan.

Los seísmos de magnitud 7,8 y 6,5 que sacudieron Turquía y Siria el lunes 6 de febrero provocaron la muerte de al menos 33.186 personas (29.605 en Turquía y 3.581 en Siria) según un balance provisional, que podría duplicarse según la ONU. Unas 218.000 personas estarían movilizadas en el lugar en operaciones de socorro y en la gestión de cientos de miles de sobrevivientes, según AFAD.

Frío helado y falta de instalaciones sanitarias.

En el pequeño pueblo de Dogansehir, a pocos kilómetros de Polat, los patios de la escuela y el salón de bodas se han convertido en un refugio. » MP del AKP [Parti de la justice et du développement, au pouvoir en Turquie] desde aquí, Oznur Çalik, vino a visitarnos. Caminó por el campamento, se tomó fotos frente a las carpas, nos estrechó la mano prometiéndonos que en una hora nos traerían todo lo que pidiéramos… Desde entonces, sin noticias”, enfurece a Suat, de 36 años, instalado con su familia en este pequeño campamento de unas sesenta personas. “No nos falta comida, pero sí ropa de abrigo. El 10% de lo que recibimos viene del gobierno. El resto, es la población la que nos lo trae espontáneamente”, especifica.

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