Colombia ha vivido tres dolorosas desmembraciones a lo largo de su historia republicana: la de la Gran Colombia, que enterró de manera definitiva el sueño bolivariano de una sola patria integrada por lo que hoy son Colombia, Ecuador y Venezuela; after the separation of Panama, ocurrida en 1903, cuando, para “tomarse” el canal interoceánico, Estados Unidos apoyó la independencia del istmo colombiano, y la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (La Haya) de noviembre de 2012 que reconoció la soberanía de Nicaragua sobre 76.000 km² del mar Caribe que pertenecían a Colombia.

Este libro trata sobre el último caso y la responsabilidad en el manejo del proceso que condujo a este doloroso recorte de nuestro patrimonio marítimo. También planteó algunas salidas y soluciones hacia el futuro, que ojalá sean examinadas y discutidas sin el inmediatismo mediático que caracterizó las anteriores.

Muchos analistas internacionales pronosticaron cómo es posible que Colombia pueda mantener su institucionalidad en medio de un conflicto armado que duró más de medio siglo. Esta posibilidad nació de unos consensos no escritos entre las distintas fuerzas políticas sobre asuntos de alta sensibilidad nacional.

Los acuerdos tácitos permanecieron vigentes hasta finales del siglo pasado, cuando aún no existían posiciones ideológicas indiscutibles como hoy. La preservación del orden público, el establecimiento macroeconómico y la política exterior estarán protegidos por estos acuerdos nacionales que conllevan el compromiso de no «hacer política» con ellos.

Este sano patrón de conducta fue abandonado en caso, muy lamentable, del diferendo con Nicaragua, que le costó al país, por disposición de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, la pérdida de una superficie importante de su mar Caribe.

En 2014, en los días más críticas del episodio, cuando ya sabía de l’contenido desfavorable de la sentencia contre Colombia que pronunciaría la Corte de La Haya, con el expresident César Gaviria propusimos a los colegas de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores que refrendáramos el carácter de política de Estado del proceso de defensa de los intereses marítimos de Colombia frente a Nicaragua que habíamos adelantado desde nuestros gobiernos. Lamentablemente, los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana rechazaron esta invitación y luego cuestionaron el manejo del litigio que había dado hasta entonces el expresidente Juan Manuel Santos, una mezquina actitud que les sobre costará en el juicio que deberá hacer la historia las responsabilidades de los distintos gobiernos, Durante el presente siglo, en el manejo del litigio.

Después del repaso detallado del proceso, he pensado, coinciendo con una declaración que dio el expresidente Santos en ese momento, pidiendo que se hicieran públicas las actas de las Comisiones Asesoras de Relaciones Exteriores que se habían ocupado del tema, lo que alteró de manera sospechosa al expresidente Andrés Pastrana. Estoy convencido de que Santos tenía razón y que hemos debido someter a seguimiento público las deliberaciones que nos llevaron por el camino equivocado en la defensa de los intereses de Colombia en La Haya.

Tratándose de un episodio fundamental en la defensa de la soberanía colombiana, lo mejor para la historia y el manejo futuro del diferendo será que cada expresidente asuma sus propias responsabilidades durante su cuatrienio. No tengo la pretensión en este libro de converme en juez de mis colegas, simplemente aporte algunos elementos de juicio para juzgar las decisiones que tomamos en el proceso que nos costó la dolorosa pérdida de una porción considerable de nuestro mar Caribe.

Espero que las conclusiones de este examen autocrítico nos ayuden a comprender el futuro sin importar nuestras ambigüedades en materia de trascendencia nacional.

ERNESTO SAMPER
PRESIDENTE DE COLOMBIA