Concepción Dos Santos Souza (33) estuvo al borde de la muerte. El infierno qu’atravesó este estudiante de Medicina, que viajó a Brasil para practicarse una cirugía de mediana complejidad, comenzó el 7 de febrero de 2020 en un hospital de Teresina, en el estado de Piauí, donde le sacaron la vesícula.

Recibió el alta al día siguiente. Pero pendante el viaje de regreso a Buenos Aires empezó a sentirse mal y notó que tenía los labios negros. El 10 de febrero amaneció con tos, dolor en el costado del pecho y falta de aire. Se acerco a un auxilio medico donde le diagnostico de neumonia.

Por sus estudios universitarios, dudó del pronóstico. Interpretó que estaba sufriendo un tromboembolismo pulmonar agudo (TEP). Es que había desarrollado una trombosis en las piernas que migró rápidamente hacia el pulmón. Habló con los médicos, pero no le dieron crédito a sus observaciones y minimizaron el cuadro.

Regresó tiene a Teresina en ambulancia, descompensada. Estuvo internada con una duración de 35 días, varios en terapia intensiva y con asistencia respiratoria mecánica. El 25 de marzo recibió el alta médica. Pero en dicembre sufrió un nuevo episodio: no podía porque respirar los trombos agudos en el pulmón se habían cronificado, aguantado y le producían hipertensión.




Concepción Dos Santos Souza (33) junto a su médico, Marcelo Nahin, jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital El Cruce. Cumplió años cuando estuvo internada en el Hospital.

“El proceso de búsqueda fue desesperante. No supieron explicar lo que tenía ni darme soluciones porque el diagnóstico no era común y no tenía claro su tratamiento. No trataron la patología básica sino que cada síntoma que presentaba se lo adjudicaban a otra fermedad adjunto”, señala Concepción, en diálogo con Clarín.

Cuando recibió el diagnóstico que confirmó sus sospechas, el cirujano de tórax que la atendió en Brasil le dio una expectativa de 5 años de vida y le disaconsejó someterse a la cirugía, llamada tromboendarterectomía pulmonar, porque la mejoró “muy riesgosa”.

«La enfermedad cambió mi vida por completo. Pasé de ser una persona independiente a volver a depender de mi familia. Ni apenas podía caminar desde la habitación hasta el baño.

Volvió a la Argentina para vender sus pertenencias, pero en Buenos Aires sufrió una nueva crisis. Y decidió tomar el timón de su destino. Investigó en Internet y, entre varias derivaciones, conoció a Marcelo Nahin, jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital El Cruce de Florencio Varela, quien respondió a la consulta y opciones de tratamiento. «Me devolvió la esperanza de seguir luchando por mi salud», confiesa.

«La Hipertensión Pulmonar Tromboembólica Crónica es una enfermedad infrecuente cuya sintomatología inespecífica suele llevarse a cabo al subdiagnóstico ya subestimar su incidencia real», explica Nahin.

Y destaca: «Cuando le sacaron la vesícula, Concepción tuvo una cirugía abdominal mayor en la que el riesgo aumentó del 15 al 30 % si no se usa profilaxis con heparina. Y a ella no le aplicaron nada».

Concepción Dos Santos Souza (33) junto al médico Marcelo Nahin, jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital El Cruce, y el restaurante del equipo que participó en la operación.  También está presente sobre mi madre, Antonia.


Concepción Dos Santos Souza (33) junto al médico Marcelo Nahin, jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital El Cruce, y el restaurante del equipo que participó en la operación. También está presente sobre mi madre, Antonia.

Finalmente, en septiembre de 2022, se practicará una tromboendarterectomía (TeaP) pulmonar ya la semana fue dada de alta. «Es una intervención que se realiza a corazón abierto para remover los trombos crónicos encarnados. Dura alrededor de 10 horas porque se necesita circulación extracorpórea y someter al paciente a una hipotermia profunda: enfriarlo hasta una temperatura de precongelamiento y someterlo a dos paros circulatorios. El Cruce es el único hospital público de Argentina que realiza esta cirugía”, detalla Nahin.

Concepción recuperó su salud y cotidianeidad. Cambió el color de su cuerpo, mejoró su calidad respiratoria y retomó sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de La Plata. Sólo tiene que tomar anticoagulantes de por vida. «Me prometo que vas a especializarte en esta enfermedad y ya le dije que cuando se reciba quiero ser yo quien l’entregue el título», se engaña a sí mismo Nahin.

La fuente de la confianza en el profesional

Mariana Sciglianese (44) recuerda a la perfección el día en que notó que su vista no funcionaba bien. “Estábamos esperando el colectivo y me di cuenta de que no vio el número hasta que el bus llegó a la parada. Era diciembre y todavía no había cumplido los 12 años”, ilustración.

En el control oftalmológico le indicaron anteojos y se rehusó a utilizarlos por su corta edad. “En la escuela y en el cine siempre me sentaba adelante. Paraba a todos los colectivos por las dudas y las personas que me conocían ya sabían que, de lejos, no las distinguía”, le cuenta a Clarín.

Pero con el tiempo, el astigmatismo y la miopía fueron avanzando y tuvo que incorporar las nits como una extensión de su cuerpo. El espejo retrovisor del auto era un incordio. «¿Cómo calcular para estacionar entre el aumento de los anteojos y la distorsión de los bordes de los espejos?», se preguntaba un diario.

“Mi vida tuvo que ir adaptándose a mi capacidad visual. En un instante, legó a tener más de 5 pares de anteojos en uso: para salir, para correr, de sol con aumento. Incluso, uno ‘extra’ en el auto porque si se me llegaba a romper el que estaba usando, no podía manejar”, ​​reveló.

Mariana Sciglianese con su oftalmólogo Germán Bianchi.


Mariana Sciglianese con su oftalmólogo Germán Bianchi.

Peregrinó por varios centros médicos en busca de una solución a su problema. Tras múltiples consultas con cirujanos tomaron la determinación de no operarse. «Ninguno me dio certezas y la intervención me causó pánico. No encontré a nadie que se pusiera en mi lugar y me inspire la confianza necesaria como para entregarle la salud y el futuro de mi visión. Antes de consultar, un especialista realizará la operación láser. Salí con palpitaciones. Ese fue el punto final”, define.

Pero el 2018 marcó una bisagra en su historia. en su grupo de en curso Participeba el médico oftalmológico que más tarde le devolvería una mejor calidad de vida. “En medio de una conversación, en el que tuve que frenar para desempañar los anteojos, un compañero me sugirió que pidiera turno con Germán. Lo googleé y me decidí”, recuerda.

Y sigue: «Fui a verlo a su consultorio, hicimos los estudios previos y con los resultados en mano conversamos sobre las distintas posibilidades. Me motivó a realizar la operación y halló una solución personalizada para mi caso: una especie de contacto, pero intraocular. Is a slow muy delgada que se coloca por delante del cristalino y por detrás del iris».

Mariana se operó en agosto de 2019. Cuando estrenó sus nuevos ojos, descubrió las arrugas e imperfecciones del rostro que antes no advertía. «A los 41, años me di cuenta de cómo era bien. ¿Lo más loco? Enterarme que la forma de las luces no eran rayas verticales y horizontales que salían del foco sino que el halo es circular”, señala sonriente.

“El caso conmovió porque se trata de un paciente para la cual a priori no había una solución. Desde su primer control, sensí que confiaba en mí y eso est un capital que debía seguir cuidando”, analiza Germán Bianchi, quien es jefe de Córnea trasplante en Clínica Nano.

Y explica: «Cuando la conocí. percibí que su problema visual no se limitaba a los ojos, sino que venía marcando su vida desde la adolescencia y que, ahora, en su joven adultez, le estaba aumentando cada vez más limitaciones, cercanas al punto de la discapacidad visual (cuando estaba sin anteojos)».

La enfermedad detrás de un número

La odisea de Alejandro (60), que prfier guardar el anonimato, comenzo en el 2016 y termino en el 2022. Durante 6 anos, los especialistas no pudieron detectar con certeza cual era su patologfa.

Todo comenzó con la elevación en los valores de PSA (Antígeno Prostático Específico). Ante este panorama indicó la realización de una biopsia de próstata la cual obtuvo como resultado un PSA de 12 ng/ml (el valor normal es inferior a 4 ng/ml).

Pasaron los años y la cifra no bajaba. Entonces, en 2019, con el indicador en 16, o sea cuatro veces má lo normal, se le hizo una segunda biopsia, pero detectó evidencia de malignidad. Ante los valores desproporcionados en sangre de PSA, la incertidumbre era mayúscula. El paciente fue sometido a una tercera biopsia que tampoco arrojó resultados negativos.

Maximiliano López Silva, médico urólogo del Centro Argentino de Urología


Maximiliano López Silva, médico urólogo del Centro Argentino de Urología

Finalmente, en 2022, Alejandro golpeó la puerta del consultorio de Maximiliano López Silva, médico urólogo del Centro Argentino de Urología. Contiene valores de PSA de 30 ng/ml.

“Alejandro Tenia cáncer de próstata. Se detecta mediante una biopsia prostática con la técnica de fusión de imágenes que permite unir las imágenes de la ecografía con la resonancia. Esto mejoró mucho la tasa diagnóstica”, explica López Silva.

Y en resumen: “El paciente fue sometido a una cirugía exitosa. Con buena recuperación. Actualmente, por encima de los valores de PSA se encuentran por debajo de lo detectable, permanente en control y sin enfermedad residual”.

mg

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