La presidenta de Perú, Dina Boluarte, cumplirá el miércoles seis meses en el cargo, en medio de una marcada crisis de popularidad, de aislamiento internacional y de múltiples críticas su gestión ya su manejo de los derechos humanos.

«Boluarte ya no tiene a quién culpar por su incapacidad»dijo a Télam el politólogo Roger Santa Cruz, para quien el futuro de la gobernante depende de cómo se articule sobre «frágiles alianzas» con los «poderes facticos» que la sostienen.

La mandataria, abogada de 61 años de origen modesto y escasa trayectoria política, llegó al Palacio de Gobierno el 7 de diciembre, cuando, en su condición de vicepresidentareemplazado por el excompañero de fórmula Pedro Castillo, destituido por el Congreso después de que pretendiera clausurar ese poder del Estado.

No miel luna hubo. Las protestas contra Boluarte estallaron cuando, en la asunción, anunció que pretendía quedarse hasta el fin original del período, en 2026con lo que desairó un clamor popular, de hasta 93% según encuestas, para convocar a la brevedad elecciones generales anticipadas.




Indígenas en Puno en protesta contra Dina Boluarte. Foto: AFP

Las protestas

Boluarte se corrigió e impulsó una convocatoria a elecciones, incluso para 2023, pero el Congreso, controlado por fuerzas de derecha radical y aprobado en los sondeos por solo el 6% de la población, evitó colocar una fecha para esos comicios.

Las movilizaciones que exigían «que se vayan todos» y que abandonaron 49 muertos en enfrentamientos directos o 66 si sumas los hechos colaterales, te calmas en las últimas semanas, en medio de una serie de desastres de origen meteorológico que acapara la atención, pero, advierte Santa Cruz, «eso no significa que el malestar no siga latente».

Por supuesto, la oposición, especialmente fuerte en los departamentos del sur andino, preparó una nueva «toma de Lima», como llamar a la llegada a la capital de protestantes provenientes de varias regiones.

Para Santa Cruz, la pérdida de respuestas efectivas del Ejecutivo a los desastres naturales -que incluirán un huracán y arrasadoras inundaciones- ya hechos como la expansión de la epidemia de dengue contribuyó a menguar aun más el respaldo a una presidenta reprobada en los sondeos por alrededor del 80% de sus compatriotas.

En Puno, en el agitado sur de Perú, protesta contra Boluarte.  Foto: AFP


En Puno, en el agitado sur de Perú, protesta contra Boluarte. Foto: AFP

A ese rechazo se suma el aislamiento internacional. Las burlas populares que se suscitaron en la reciente cumbre sudamericana de Brasil, cuando mandatarios de la región aparentemente ignorantes del primer ministro peruano, Alberto Otálora, se convirtieron en un resumen del panorama externo para la administración Boluarte.

México, Colombia y Bolivia, Especialmente estudiado para la cercanía histórica y económica que tienen con Perú, encabezan la lista de países cuyos gobiernos fueron explícitos en el rechazo a Boluarte, lo que en algunos casos incluye un respaldo abierto al ahora preso Castillo.

En los demás también países predomina la desconfianza. Según destacó Santa Cruz, con excepción de El Salvador, el reconocimiento a la presidenta fue poco enfático, lo que incluye gobiernos que teóricamente podrían vislumbrarse como aliados.

Las criticas

«Lo que ha despertado (la administración Boluarte) es eso: el desprecio de muchos paisescon mayor razón de los latinoamericanos, porque observan mucho más de cerca lo que pasa», dijo el sociólogo Carlos Reyna en el programa de televisión online «No hay derecho».

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la ONG Amnistía Internacional (AI) cubren la lista de entradas que, desde fuera, documentan los presuntos abusos en el que incurrió el gobierno al reprimir las protestas.

Boluarte respondió con más de un discurso: en público, insiste en que solo dio respuesta a una ofensiva lanzada según ella por extremistas de izquierda aliados con delincuentes, pero en una comunicación con la CIDH deslizó que militares y policías desobedecieron órdenes. Frente a AI y organizaciones similares optó por el menosprecio.

Para analistas como Rosa María Palacios, sin embargo, es posible que los informes generen que en un futuro la presidenta mer llevó ante los tribunales para responder por lo ocurrido en esos meses de tensión marcada.

Boluarte se afianzó en el poder grace al respaldo de fuerzas de derecha que hasta diciembre la veían con hide y advertían explícitamente, en la voz de parlamentarios como Jorge Montoya, que buscarían destituir la junto a Castillo por provenir del gobierno «comunista» de este.

Santa Cruz opinó que este respaldo parlamentario le resultó muy útil, pues, al margen del prestigio de un Legislativo que cada día genera más resistencias por su supuesto plan para copar todas las instituciones del Estado, cumple con «requisitos procedimentales» que le permiten continuar.

Pero el respaldo de partidos como Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País no parece incondicional. Para Santa Cruz, politólogo de las universidades Pedro Ruiz Gallo y Antonio Ruiz de Montoya, esos grupos podrían bajarle el pulgar en cuanto deje de serles funcional.

De hecho, analistas de derecha radical no se guardan critiques: «El Ejecutivo no hace alianzas para gobernar sino para permanecer en el cargo; sabe Dios qué acuerdos habrá pactado», escribió por ejemplo Mariela Balbi en una columna en el diario Expreso titulada «¿Gobierna Dina Boluarte?

«En vez de formar un verdadero equipo de gobierno, deslindando de la trapacería de la cual parte formada, Boluarte solo busca survivir; sus ministros son grises y no dan fuego», afirmó Balbi.

Con un gabinete débilmente encabezado por un Otárola qu’en opinión de analistas no garantieza liderazgo, la presidenta optó ahora por marcar un «consultivo consejo», integrado en la gran mayoría por juristas de derecha, para responder a la crítica nacional e internacional. Pero eso le costó nuevos señalamientos.

A juicio de Santa Cruz, en este contexto no lucen claros el futuro de Boluarte y su gobierno, al margen de que tampoco se esté en la situación de semanas atrás, cuando se vio casi como un milagro la posibilidad de que pudiera aferrarse al poder.

Lima. Agencia Télam

PA

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