El veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU a una resolución de alto el fuego tras más de dos meses de guerra en Gaza ha reverberado este domingo en Doha, con la condena del mundo árabe, y en Jerusalén, con una reprimenda telefónica del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu a quienes la apoyaron, como los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Francia, Emmanuel Macron. Mientras, en Gaza, los tanques israelíes atraviesan ya la vía principal de la ciudad de Jan Yunis, en el sur, y los combates se suceden con intensidad en dos puntos del norte, donde los nuevos muertos palestinos no se pueden sumar al balance (unos 18.000, 300 en las últimas 24 horas) por la dificultad de las ambulancias para acceder a los cadáveres.

El veto el pasado viernes ―que ha parido el llamamiento a una huelga mundial, este lunes― pone en un aprieto a los países árabes, que a la vez son aliados de Estados Unidos y reconocen al Estado de Israel: Jordania, Egipto, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Ninguno ha roto relaciones con el Estado judío y mantienen por lo general a sus embajadores en Tel Aviv, pese a la presión de parte de su población, con manifestaciones multitudinarias en el caso de Jordania. Este domingo, en una entrevista con la cadena de televisión Al Araby, su ministro de Exteriores, Ayman Safadi, ha evitado responder a una pregunta sobre qué impedía a su país tomar esa decisión, aludiendo al “papel político” que desempeña y a la importancia que da a la causa palestina. A otra sobre los lazos con Estados Unidos, Safadi ha señalado que traslada “con sinceridad” a Washington las discrepancias, pero al fin y al cabo se trata de “la primera potencia del mundo y tiene la capacidad” de permitir que continúe la guerra.

De las cinco capitales, Amán es, no obstante, la que más ha endurecido el discurso hacia Israel, tanto por cuestiones internas —se calcula que la mitad de su población es de origen palestino— como estratégicas, pues teme un nuevo desplazamiento forzoso desde Cisjordania, como en 1948 y 1967. Primero fue la reina Rania, de origen palestino, al criticar la “complicidad” de Occidente con los muertos en Gaza. Luego, su marido Abdalá, al tildar de “crueles” los bombardeos israelíes.

Este domingo, en un foro en Doha, Safadi ha acusado a Israel de llevar aparentemente a cabo un “esfuerzo sistemático para vaciar Gaza de su gente” y tener objetivos “más allá” del declarado de acabar con Hamás. “No hemos visto al mundo llegar al lugar al que debería llegar: pedir inequívocamente el fin de una guerra que está en este punto en el terreno de la definición legal de genocidio […] Israel ha creado una cantidad de odio que perseguirá a esta región y definirá a las generaciones venideras, así que está dañando a su propio pueblo tanto como al resto en la región”, ha señalado. Israel ha calificado las acusaciones de “falsas” e “indignantes”.

En el mismo panel, el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, Mohamed Shtaye, ha cargado contra Washington por dar “la más verde de las luces verdes” a Israel para “destrozar” la Franja e insistido en que Hamás “es parte integral del mosaico político palestino”, por lo que su completa eliminación ―como pretende Israel― es tanto irrealizable como “inaceptable”. “El problema ahora es que no tenemos un socio en Israel y que Estados Unidos está en estado de ánimo electoral”, ha señalado, en referencia a las presidenciales de 2024.

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Allí, el Gobierno de Joe Biden se acaba de saltar la revisión del Congreso para vender unos 14.000 proyectiles de tanque a Israel. Este domingo, el secretario de Estado, Antony Blinken, ha señalado a la cadena CNN que es “fundamental” que Israel evite la muerte de civiles palestinos, aunque ha matizado que lo intenta: “La intención está ahí, pero los resultados no siempre se manifiestan”.

Unos soldados israelíes operan en el distrito de Shajaiya de la ciudad de Gaza este domingo.YOSSI ZELIGER (REUTERS)

Blinken tampoco ha querido poner una fecha tope a la guerra, ya que “corresponde a Israel” decidir su duración. Filtraciones periodísticas dan cuenta en los últimos días de presiones de Washington para que no supere enero en su actual forma y se dé paso a una fase de menor intensidad, centrada en operaciones más localizadas contra la previsible contrainsurgencia. Fuentes israelíes citadas por la televisión pública nacional calculan dos meses más de bombardeos intensos que no irían seguidos de un alto el fuego formal. Según el canal 13, Netanyahu transmitió por teléfono al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que el ejército necesita entre tres y cuatro semanas más solo en la ciudad de Jan Yunis.

Agradecido a Biden

En su discurso al comienzo de la reunión semanal del consejo de ministros, Netanyahu agradeció a Biden tanto su “postura correcta y justa” en la votación del Consejo de Seguridad como la ayuda militar que le ha prestado. Son decenas de miles de bombas y proyectiles de artillería con los que bombardea a un ritmo inédito desde la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, ha afeado los apoyos al alto el fuego (13 de 15 países). “En los últimos dos días he hablado con el canciller [alemán, Olaf] Scholz, con el presidente francés, Macron, y con otros líderes. Les he dicho que es imposible apoyar por un lado la eliminación de Hamás y por el otro presionarnos a acabar la guerra. Creo que en esta lucha la justicia y la unidad están de nuestro lado”.

Uno de los telefoneados fue Putin. Netanyahu abandonó el consejo de ministros para una conversación de 50 minutos, la primera en casi dos meses. Según un comunicado de su oficina, le ha expresado su “insatisfacción” por la postura de Moscú, que se ha solidarizado con Gaza, pero sigue permitiendo a Israel bombardear en Siria ―cuyo espacio aéreo controla en la práctica― objetivos vinculados a Irán. El comunicado del Kremlin, difundido por la agencia estatal TASS, señala que Putin expresó su disposición a ayudar a “aliviar el sufrimiento de los civiles y desescalar el conflicto”.

El primer ministro israelí se ha mostrado optimista sobre el curso de la invasión, al dar cuenta de la rendición de “decenas de terroristas de Hamás en los últimos días”. “La guerra sigue, pero es el principio del fin de Hamás”, ha señalado. Las Fuerzas Armadas israelíes aseguran haber matado a unos 7.000 milicianos, lo que supondría en torno a un cuarto de los estimados. Esa continuación es la que preocupa al secretario general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien ha calificado de “catastrófico” el impacto del conflicto en la salud en Gaza.

Qatar es el principal mediador del alto el fuego de finales de noviembre, que duró una semana e incluyó un canje de rehenes por presos y el incremento de la entrada de ayuda humanitaria, por lo que el tema también estuvo presente en el foro de Doha. Su primer ministro y titular de Exteriores, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani, culpó implícitamente tanto a Israel como a Hamás de las dificultades de pactar un nuevo intercambio, que es ―insistió― la única forma realista de que salgan con vida. “Su liberación por una campaña militar se ha probado un fracaso”, dijo al recordar que solo una soldada fue rescatada así y que un intento fallido esta semana acabó en la muerte del rehén. Este domingo, Abu Obeida, portavoz del brazo armado de Hamás, ha subrayado que no saldrá un solo secuestrado de la Franja con vida sin intercambiarlo por presos palestinos ni “cumplir las exigencias”, que incluyen un alto el fuego.

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