“Estamos en un mundo completamente diferente al de 2020, durante el presupuesto plurianual [2021-2027] de la Unión Europea [UE] ha sido negociado»un resumen Ursula von der Leyen, la Presidenta de la Comisión, presentando, el martes 20 de junio, la solicitud de prórroga presupuestaria que está realizando a los Veintisiete.

A lo largo de las sucesivas crisis de los últimos tres años, la UE ha ido adquiriendo nuevas competencias, en el ámbito de la salud, por ejemplo, durante la crisis del Covid. También se compromete con Ucrania, a la que ayuda financiera y militarmente, y a la que todavía desea destinar 50 000 millones de euros (de los cuales 33 000 millones en forma de préstamos) hasta 2027. Sin olvidar la gestión de la migración que requiere nuevos medios y la Plan de recuperación europeo de 750.000 millones de euros, que adoptaron los Veintisiete para hacer frente a los estragos de la pandemia, y que habrá que reembolsar.

Aumentos en los cargos por intereses

No es todo. El regreso de la inflación está recortando el presupuesto. Al mismo tiempo, está presionando por costos más altos, ya que los salarios de los funcionarios y comisarios europeos están indexados a la inflación. La subida de tipos, por su parte, encarece el plan de recuperación europeo. “Los cargos por intereses costarán entre 17 y 27 mil millones más de lo esperado para 2027”señala la eurodiputada macronista Valérie Hayer.

En este contexto, la Comisión pide a los 27 que añadan 65 800 millones de euros a la 1.214 millones de euros ingresados ​​en el presupuesto 2021-2027. “Si tenemos en cuenta la inflación, en realidad el presupuesto está bajando”confirma un diplomático europeo.

Los 27, que deben votar por unanimidad las cuestiones presupuestarias y que, además, deben ahorrar, mientras su deuda se ha disparado en los últimos años, aprecian moderadamente esta petición. Los más frugales entre ellos, a saber, los Países Bajos, Alemania o incluso Austria y Suecia, deberían cuestionar su legitimidad, excepto, sin duda, para Ucrania.

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No dejarán de anunciar el aumento de los gastos administrativos de la Comisión (1.900 millones) y los diez mil millones de euros que quiere destinar a “resiliencia y competitividad” de la economía, en lugar del fondo de soberanía europea que había planeado crear y que abandonó por falta de recursos.

En cuanto a los recursos propios que debe establecer la Comisión -ingresos que se sumarían a las contribuciones de los Estados miembros- para reembolsar el plan de recuperación, están lejos de ser ciertos. El ejecutivo comunitario propone recuperar parte de los ingresos del ETS (Sistema de comercio de emisionesel sistema de comercio de emisiones de CO₂ de la UE) y el impuesto al carbono, y crear un impuesto sobre las ganancias corporativas que, como dijo un diplomático de la UE, «no tiene posibilidad de ser validado por los Estados miembros». La discusión apenas comienza pero promete ser ruda.