La ex asesora cultural de Emmanuel Macron, Rima Abdul-Malak, llegó al Ministerio de Cultura en mayo de 2022, reemplazando a Roselyne Bachelot. El lunes 16 de enero presenta sus deseos y sus proyectos al sector cultural en un contexto de fragilidades ligadas a la crisis energética y las incertidumbres presupuestarias.
Después de ocho meses al frente de este ministerio, ¿qué rumbo se ha marcado, qué pauta marca su política cultural?
Una palabra para guiar mi acción es “sucesión”. La sucesión de un sector que, a pesar de las dificultades, aguantó bien la crisis vinculada al Covid-19 y que debe afrontar nuevos retos. Pero trabajar en la incertidumbre es también un motor para reinventarse. También tenemos que hacer frente a una cierta crisis vocacional. El reto de formar e identificar nuevos talentos es una prioridad.
Me gustaría identificar, en cada departamento, jóvenes profesionales que serán las cien caras de la Francia cultural del mañana. Procedentes de diferentes orígenes, estarán acompañados durante cuatro o cinco años y tendrán un mentor entre personalidades culturales. Actualmente, cuando lanzamos convocatorias para una etapa nacional, por ejemplo, tenemos bastantes candidatos nuevos. Debemos abrir y diversificar este grupo de profesionales.
“Enviar una compañía al otro extremo de Francia para dos funciones, ¿sigue teniendo sentido a nivel cultural, económico o ecológico? »
El segundo proyecto se refiere a las escuelas de arquitectura. Ahora tienen 20.000 estudiantes que son los constructores del mañana. Es una piscina increíble. Ante los desafíos de la transición ecológica, quiero crear un premio anual para proyectos de graduación enfocados en arquitectura verde. Luego devolvemos a los laureados a una residencia en Roma, en la Villa Medici.
El jueves 12 de enero acudió a las Biennales internationales du spectacle de Nantes, donde este sector expresó sus fuertes inquietudes. ¿Cómo tranquilizar a los profesionales?
Escuché las inquietudes pero también noté un apetito por proyectos inspiradores y un deseo real de pensar en nuevas formas de trabajar, de dirigirse al público, de transmitir los programas. Los proyectos nacen en los territorios y permiten infundir cultura según métodos más eco-responsables. Estos son enfoques interesantes para repensar el equilibrio entre creación y distribución. Enviar una compañía al otro extremo de Francia para dos funciones, ¿sigue teniendo sentido a nivel cultural, económico o ecológico?
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