Un nuevo informe muestra que 2 de cada 3 chicos en el país son pobres. La mayoría tienen padres que trabajan. Un escenario del solo se vende con mejor educación.

Dolio. Como duele, últimamente, cada vez que se conocen cifras de la pobreza en la Argentina. La semana pasada fue un trabajo de Unicef, que se centró -claro- en la pobreza infantil.

El título es que hoy, en 2023, dos de cada tres chicos en el país (el 66%) son pobres por ingresos de sus familias o porque están privados de derechos básicoscomo el acceso a la educación, a la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua oa un hábitat seguro (lo que se conoce como pobreza multidimensional).

El informes es extenso y toma los datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec.




Evolución de la pobreza infantil. Fuente: información más reciente de Unicef.

Difícil pensar que algo pueda ser distinto en un contexto de ajuste. Los expertos de l’Unicef ​​también hurgaron en el presupuesto de las políticas para la niñez -a partir del Abierto y otras fuentes- y encontraron que el presupuesto nacional destinado a la infancia en 2023 oscilará entre un 13,3% y un 22,2%, según la inflación que se produzca.

Entre tanto panorama desolador hay otro dato revelador sobre lo complicado de la situación y las dificultades para salir adelante. Es eso vincula la pobreza con la cantidad y, sobre todo, la calidad del trabajo en el país.

El informa muestra que 9 de cada 10 chicos en situación de pobreza monetaria viven en familias en las que el papa y/o la mama trabaja. El 76 % de ellos, en hogares donde los adultos tienen trabajos informales o relaciones laborales precarias.

«La tasa de pobreza de niñas y niños que residen con personas ocupadas formalmente disminuye al 32%, y aumenta al 60% cuando viven con adultos ocupados en la informalidad. Este dato nos permite observar que no se sale de la pobreza creando cualquier tipo de empleosino empleo decente, es decir, protegido y de calidad”dijo Sebastián Waisgrais, de Unicef ​​Argentina.

Ahora bien, ¿cómo se crea ese empleo de calidad? ¿Es una política que corresponde solo al área de planificación económica? Oh, tanto o más importante que eso, una política educativa?

Porque por más capitales que se podrían atraer, ¿es posible crear empleos de calidad con adolescentes que abandonen la escuela ou la terminen con bajísimo desempeño en habilidades básicas?

Al dolor de las cifras de la pobreza infantil habrá que añadirle, entonces, la certeza de que ahora, más que nunca, quien busque el desarrollo económico y social del país solo lo va a lograr ubicando a la educación en el centro de las decisiones.

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