La Europa industrial está teniendo problemas para lidiar con China, pero también con la apisonadora estadounidense. Y no es seguro que el reglamento sobre microprocesadores elaborado en 2022 -objeto de un acuerdo celebrado el martes 18 de abril entre los Veintisiete y el Parlamento- llegue a tiempo para arrebatar a la Unión Europea (UE) de la dominio absoluto de Estados Unidos y China. Objetivo de este plan: alcanzar el 20% del mercado mundial, es decir, duplicarlo en pocos años, gracias a 46.000 millones de euros de fondos europeos, capital privado y una flexibilización de las normas sobre ayudas de Estado.

La ambición es fuerte por un mercado mundial que podría alcanzar los 1.300 billones de dólares (1.190 billones de euros) al final de la década. “Al dominar los semiconductores más avanzados, la Unión Europea se convertirá en una potencia industrial en los mercados del futuro”dio la bienvenida al comisario europeo para el mercado interior, Thierry Breton, que ve en él una herramienta para “reequilibrar y asegurar nuestras cadenas de suministro”. Pero el calendario es apretado. La UE deberá movilizar capital para la investigación y el desarrollo de chips de última generación y poner en marcha muy rápidamente sitios de producción, como los de la estadounidense Intel en Alemania o la franco-italiana STMicroelectronics en Crolles (Isère).

Porque al otro lado del Atlántico, la administración Biden ha redoblado la apuesta por tecnologías limpias (“tecnologías limpias”) con dos grandes textos votados en agosto de 2022: la Ley de Reducción de la Inflación, que otorga 369 mil millones de dólares en créditos fiscales, préstamos y garantías a los fabricantes de baterías, paneles solares o redes eléctricas inteligentes, y la Ley de Chips y Ciencia. , donde se registra una dotación de 54.000 millones para chips electrónicos, componentes esenciales para el automóvil, las energías renovables, la inteligencia artificial o la industria de defensa.

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Una vigorosa campaña de “Estados Unidos primero”

Más diplomático que su antecesor Donald Trump pero igual de resuelto, Joe Biden lidera una campaña vigorosa «Estados Unidos primero» («Estados Unidos primero») y puede usar el eslogan «Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande» («hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande»). Su política empieza a dar sus frutos. En ocho meses, Estados Unidos ha drenado 204.000 millones de dólares (186.000 millones de euros) hacia semiconductores y tecnologías bajas en carbono, según un recuento de la Tiempos financieros. Deben ser costosos para crear empleos, revitalizar territorios abandonados y reducir su dependencia del Reino Medio para productos estratégicos.

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