Pasados ​​cinco años desde la declaración unilateral de independencia (DUI), el independencia de alcaldes (ERC y JxCat) tiende, más allá de las palabras, a admitir dos cosas. Una, que la independencia no es viable en corto. atrás, eso mantener la implementación priorizando la gestión. Lo de estos días de Clara Ponsatí y Meritxell Serret indica que la legalización de la política sigue, pero ahora sin el ‘desgarro’ de 2017. Son piedras en la ‘conversión’ a la gestión, pero no la impedirán porque ya est imposible (casi ) que ninguna de las dos pise la prisión.

En ERC -mesa de dialogo- es donde se alumbró la ‘conversión’. Y el ‘president’ Aragonès ha dicho que su objetivo a corto es Pactar con el Gobierno de España un referéndum con cáusulas para validar como el grado de participación y de confirmación de votos. Invocación montenegro (el voto sí debía alcanzar el 55%) y la canadiense claridad ley. Hoy esta idea tiene poco recorrido porque, aparte de que Sánchez no la admite, tiene en contra, por motivos opuestos, a los dos otros dos grandes grupos parlamentarios, el PSC y JxCat. Y las encuestas, incluidas las del CEO de la Generalitat, dicen que la independencia perdería el referéndum. Lo sustancial es que a corto ERC ha enterrado el unilateralismo y quiere gestionar Catalunya. A largo, lo dijo Keynes, todos muertos.

Además, el secretario general de ERC, exiliado en Ginebra desde 2018 y que forma parte del trípode que dirige la formación (junto a Oriol Junqueras y Pere Aragonès) hizo el sábado unas declaraciones a Catalunya Ràdio que no han sido bien valoradas. Marta Rovira, a la que algunos situan en el ala republicana más radical, fue más allá que Aragonès y Junqueras al afirmar que, si bien el referéndum de 2017 fue muy relevante porque mostró la fuerza del independentismo, no tuvo la suficiente legitimidad interna porque el Govern no supo conectarlo con una parte de la sociedad catalana. Supongo que se refiere al área metropolitana. Pero que su gran propagandista diga ahora que no tenía suficiente legitimidad… Y agregó que tampoco tuvo suficiente impacto internacional pues ningún país reconoció la independencia catalana. Por eso abogó por «correcto lo que convenga».

Rovira dice que el referéndum no tuvo la suficiente legitimidad interna y la campaña de Trias no levanta la ‘estelada’ sino que busca el voto contra Colau y se abre a pactos diversos

ERC no renuncia a una independencia futura, que sigue siendo la principal motivación de su militancia, pero admite que la independencia a corto es imposible y que deben gobernar bien para ganar más apoyo popular. Y no es fácil porque están en minoría (33 diputados sobre 135), han aprobado los presupuestos gracias al PSC y se enfrentan a problemas urgentes e inmediatos como la sequía.

Se objetará que esta ‘conversión’ pragmática -no doctrinal- es solo de ERC y que JxCat enarbola la legitimidad del ‘presidente’ Puigdemont. Y Josep Rius, influyente líder de Junts, respondió de inmediato a Rovira diciendo qu’estaba haciendo lo que no abandonó a la policía qu’envió a Rajoy para reventar el 1 de octubre. Vale, pero de la teoría a la práctica… hay un trecho. Y Junts y la antigua CDC -desde Jordi Pujol al propio Puigdemont- están apoyando la candidatura de Javier Trias en la Alcaldía de Barcelona. Para ganar Trias no levanta la ‘estelada’ sino el voto contra Colau. Y para gobernar el auntamiento se dédé dispuesto a pactar tanto con ERC como con el PSC. Ha afirmado que es independentista, pero que no la cri viable a corto y que Puigdemont le dijo que su obligación era ganar las elecciones en Barcelona.

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No es teoría. La Diputación de Barcelona, ​​presidida por Nuria Marín, está gobernada desde hace años por un pacto PSC-JxCat. Puigdemont tiene su lado pragmático, pero tras el referéndum optó por el exilio. Por eso su aterrizaje es más complicado porque, al contrario que Oriol Junqueras, Jordi Turull y Jordi Sànchez, no puede ser indultado. O su indulto sería más ‘barroco’. Pero los equipos de Junts y CDC, que son circunferencias secantes, quieren volver a gobernar. Sin obedecer a ERC y por eso -dicen- salió del Govern.

ERC y Junts se pelean por la ‘estelada’, pero con sus hechos están diciendo que compiten por mandar en la Generalitat, las diputaciones y los ayuntamientos. La doctrina permite todos los discursos. La realidad les fuerza, cada día un poco más, al pragmatismo. ¿Está mal?