ILas grietas se están convirtiendo en fracturas y la democracia corre peligro de tambalearse. La utilización de la 49.3 para que se apruebe el texto de la reforma de las pensiones, tras semanas de movilizaciones ciudadanas en vano, no es sólo un trueno político. Es una decisión peligrosa que daña aún más la democracia y el diálogo social. Contradice la promesa hecha por Emmanuel Macron con motivo de la elección presidencial de «método de cambio» y gobernar con las fuerzas vivas de la nación.

La crisis democrática en la que nos encontramos y en la que nos hundimos aún más no afecta sólo a nuestras instituciones. Ella hace a todo ciudadano penal ya todo ciudadano. Reduce nuestro poder de actuar y desperdicia un tiempo precioso. Corre el riesgo de inmovilizar a la sociedad donde necesitamos un movimiento colectivo, concertado y con visión de futuro para implementar las transformaciones esenciales, particularmente en términos de transición ecológica y la lucha contra la injusticia.

Apaciguamiento y responsabilidad

Se necesitarán todas las energías siempre que no estén impulsadas por la ira y el resentimiento. Así que ahora es el momento del apaciguamiento y la responsabilidad. Los representantes de las organizaciones de la sociedad civil integrantes del Pacto por el Poder de Vivir, solicitamos al Presidente de la República que no promulgue la ley.

Lee la entrevista (2019): Artículo reservado para nuestros suscriptores Nicolas Hulot y Laurent Berger: «66 propuestas para un pacto social y ecológico»

Esta decisión sería la única capaz de no dejar que la violencia de los actos y las palabras se apodere de la sociedad. Es fundamental apaciguar la mente de la gente, para dar forma a nuestra democracia. También es fundamental poder afrontar colectivamente los retos que nos esperan. Los proyectos por venir –transición ecológica, lucha contra la pobreza, reducción de las desigualdades, reindustrialización– requerirán voluntad política, trabajo duro, ambición, pero también confianza, coherencia y compromiso de todos. Sin embargo, estos ingredientes no se cumplen en el contexto actual.

Debemos redescubrir las condiciones para una socialdemocracia viva. Hay que escuchar necesidades, escuchar realidades, tener en cuenta las experiencias, responder a las inquietudes. También debemos marcar el rumbo para construir una sociedad centrada en la justicia, el compartir, el cuidado, la solidaridad, la protección, que dé a todos el poder de vivir con dignidad en un entorno saludable.

Esta decisión constituiría la primera piedra para reconstruir un clima de confianza y darnos la oportunidad de movilizar a toda la sociedad para construir un futuro común.

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