pedro sanchez tuvo el domingo -salvo en Catalunya- una debacle electoral que se traduce en la pérdida de muchas comunidades con fuerte consolidación socialista: la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura, Islas Baleares… y de ciudades emblemáticas como Sevilla. Se creía que la derrota -predecible por las disonancias y errores de su Gobierno- no llegaría a tumbar a socialistas con fuerte personalidad como Ximo Puig, Javier Lambán, Fernández Vara… Por eso no solo ha habito derrota, sino debacle territorial. Y el culpable es el propio Sánchez que por soberbia ha querido hacer de unas municipales y autonómicas un referéndum sobre su confuso proyecto.

¿Por qué convoca elecciones y no aguanta hasta el último minuto en busca del milagro o la recuperación? Saber que los esperaban seis meses de tormento en el que se vería como un político lo ha amortizado, el culpable de todos los machos y el destinatario de los ataques de los enemigos… y los amigos que querrían sobrevivir. No podría hacer nada que no generara mucho ruido. Si expulsado a Podemos del Gobierno, malo. Si los mantenia, peor. ¿Cómo evitar que en el PSOE señale a como el responsable de la debacle y de los candidatos quirúrgicos que débilitaran aún más su liderazgo?

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En vez de seis meses de infierno ha elegido una campaña de menos de dos meses en la que la premura del tiempo obligaba a cerrar filas y no examine el pasado sino plantar cara al adversario. Cogiendo a todo el mundo por sorpresa -la creencia era que se aferraría al poder hasta el final- y con la esperanza de que el PP y Vox puedan enredarse en las obligadas negociaciones -salvo Madrid, donde Ayuso tiene la mayoría absoluta- para tomar el poder en muchas comunidades y ayuntamientos.

No es nada fácil que la apuesta le funcione, pero Sánchez -valor no le falt- se la vuelve a jugar. Si la campaña corta sale mal, alargar el infierno sería todavía peor. Y confía en su resiliencia o baraka. Frente a Rajoy, Susana Díaz, el PSOE de siempre e incluido Pablo Iglesias. Pero esta vez…