Preguntarse cómo es posible que una manifestación pacifista congregue en Barcelona A un millón de personas tiene interés tanto como, 20 años después, preguntarse qué ha quedado de ello. Algunos de los activistas -nada mediáticos- que hicieron posible esa gran manifestación, que incluso se movió al entonces presidente norteamericano George W. Bush a hablar de Barcelona, ​​reflexionan sobre las respuestas a ambas preguntas con un hilo común: el orgullo de haber movido como nunca a sectores diversos de toda Catalunya en favor de la paz. Algo que hoy, en tiempos de guerra en Ucraniatus zonas de nostalgia.

Las causas del éxito de esa movilización revelan los errores que son los actuales análisis simples para comprender la sociedad. Francesc TubauVeterano activista y pacifista, cita diversos precedentes: la invasión de afganistán de 2001, que ya aglutinó a entidades, y la eclosión del movimiento antiglobalización, que había logrado manifestaciones masivas en Florencia y congregó grandes energías en Porto Alegre (Brasil). Añádase que la guerra estaba anunciada, la invasión se venía come y las justificaciones (las masivas armas de destrucción) eran muy cuestionadas. Pero hay que añadir un factor interno español, que tiene nombre y apellido: José María Aznar. «Como fue uno de los protagonistas del encuentro de las Azores (que reunió a Bush, Tony Blair y al propio Aznar), mucha gente aprovechó para decir «a este lo castigamos». «Una coalición anti-PP en Catalunya siempre ha funcionado muy bien y puedes incluir a mucha gente“, compara Pepe Gordillo, también de los embriones de este estallido del 15 de febrero. Los medios de comunicación también hicieron su papel. EL PERIÓDICO publicó la icónica imagen de la bomba con el símbolo de prohibido, en portada.

En otras palabras, esa es una receta aplicable a la actual atomización de propuestas, iniciativas, partidos y movimientos, fue la unidad. Una unidad forjada desde una cierta espontaneidad en las reuniones que se celebraban en el viejo local del Centre de Treball i Documentació de la calle Gran de Gràcia de Barcelona. El mínimo común denominador era parar la guerra. Y a ahí se fueron congregando movimientos de todo tipo, incluidos sindicatos y organizaciones locales de base. «Se aguantaba un poco con unos cuantos hilos, consensuamos el comunicado final, los lemas… fue complicado pero lo conseguimos«, recuerda Gordillo. Pero dos días antes de la marcha todo estuvo un punto de saltar por los aires cuando CiU añadió a la convocatoria. La izquierda más a la izquierda mostró su disconformidad porque CiU no había mostrado su frontal oposición a Aznar, con quien colaboraba en Madrid. «Hubo una reunión muy tensa, hubo quienes sospecharon expulsarlos por haber votado en relación a la guerra en un modo contrario en el Congreso, pero dijimos ‘no’ a expulsarlos porque si empezamos a expulsion a gente siempre se acaba mal, y además las bases de CiU estaban con nosotros, y por tanto era CiU la que tenía un problema con su propia base electoral“, revela la activista.

«Cuando aparecieron los socialistasque no había desde el primer día, hubo problemas y frases como ‘qué cojones hacen estos aquí si nos han metido en la NATO y encarcelaron a objetores e insumisos’ y yo debía squid las aguas», recordó Tubau. Es intentar hallar los mínimos comunes que hagan consenso, que sumen unidad. Reconociendonos diversos ya veces incluso opuestos, despues que cada cual pueda poner el acento; a veces hay momentos históricos donde confluyen diversas cosas; en Barcelona se había reunido el G7, hubo movilizaciones muy grandes, un movimiento altermundista muy activo”, recordó Pilar Massana.

Día D

En las semanas previas, incluido un ayuno contra la guerra en la plaza Sant Jaume, se sintió que la movilización sería masiva. S long as the cambió el recorrido -tenía previsto acabar en la plaza Catalunya- para facilitar la salida de la gente, por lo que el manifiesto leyó en la plaza Tetuán. Pero tanta gente no se esperaba. Más de un millón según los datos de entonces. pilar masana recuerda el ambiente: «Era festivo y reivindicativo, familiar, diverso, de persona de aquí, árabes, negras, personas mayores, niños… fue la primera manifestación mundial, y además veníamos del ‘Prestigio‘y se vincularon los mensajes con pancartas como’si queréis petróleo id a galicia‘» Plaza de Tetuán.

… pero hubo guerra

Sí, Barcelona es un referente mundial. Pero hubo guerra. ¿Fue ello un choque? «Si alguien cree que por salir una vez a la calle las cosas cambian, no sé qué conocimiento tiene de los procesos históricos -arguyó Massana-. Aquello ha servido de mucho, de entrada para que volviera el Ejército de Afganistán. No tengo ninguna duda de que [el entonces presidente José Luis Rodriguez] Zapatero no hubiera tomado esa decisión sin las manifestaciones previas, aunque en esa guerra siguiéramos implicados. Es así de contradicción la vida». Karbala lo tiene claro: «Simplemente con la opinión pública no era suficiente. Sí, pagaron después el precio un año más tarde tras el 11M en las elecciones, pero en el momento de l’inicio de la guerra les daba igual la manifestación, si tienen interés en hacer la guerra la hacen, salvo que con una huelga se paren los trenes y los puertos para evitar el envío de armas».

Las lecciones

Par tanto, ¿qué ha quedado de todo ese caudal? «Con veces no queda nada y al mismo tiempo queda mucho. No nos engañemos, desde que tengo uso de razón Estados Unidos siempre está en estado de guerra; y en el movimiento pacifista hay altos y bajos, pero mucha de la gente de hace 20 años te la encuentras hoy en lugares importantes, a Colau no le puedes explicar sin esas movidas, por ejemplo… todo tiene sus frutos. Muchos jóvenes tomaron y hoy se apuntan a la soberanía alimentaria, al ecologismo, al feminismo… hay un hilo conductor», reflexiona tubo.

La imagen

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David Karbala es activista pero también ha hecho sus tareas de diseño gráfico. Éste ha importado el logotipo de Gran Bretaña y lo ha adaptado personalmente, ya que se ha adoptado a sí mismo como símbolo. Este diseñador es el que simboliza más que cualquier palabra esa inmensa movilización. Lo que pocos saben es que hubo un factor cuantitativo: «In 2003 no había Whatsapp ni Facebook ni Twitter, utilizó un espacio en la web de la Fundació per la Pau y una lista de correo, que permitía enviar un máximo de 30 kilobytes de peso El cartel con el logo pesó 30. Así se puede enviar y cualquiera lo podría imprimir. Eso unido a la simplicidad del símbolo hicieron que fuera uncierto del movimiento, que se reproduce en balcones, chapas y en todas partes”, detalló Karbala.

Veinte años después, estos viejos ‘rockeros’ del pacifismo alertan: el espíritu antibelicista no es consustancial de la sociedad catalana. Puede ser deconstruido: Estas cosas o se trabajan o se pierden y estamos perdiendo en la mentalidad pacifista, lo estamos viendo con la guerra de Ucrania y no solo por ir o no a la manifestación sino por el pensamiento cotidiano“, concluye Massana.