El Ministro de Justicia y Paz de Costa Rica, Gerald Campos, ha desatado un amplio debate nacional sobre el uso de la libertad condicional y otros beneficios penitenciarios, cuestionando cómo los jueces de sentencia han aprobado las medidas en algunos casos. El tema ha generado controversia ya que equilibra la reintegración social de los presos con las preocupaciones por la seguridad pública.

Campos expresó preocupación por decisiones judiciales que contradicen las recomendaciones del Instituto Nacional de Criminología (INC), entidad dependiente de la Dirección General de Adaptación Social. Según datos del Ministerio de Justicia, en los últimos años 3.421 personas privadas de libertad han solicitado beneficios como la libertad condicional, lo que el ministro considera una cifra elevada. En la mayoría de estos casos, el INC emitió informes adversos, recomendando que no se otorgaran dichos beneficios.

Sin embargo, en los últimos cinco años, 456 presos han sido liberados con la aprobación de los jueces de sentencia, según criterios que no siempre coinciden con los del INC. Campos señaló que si bien no ofreció cifras exactas, un porcentaje significativo de esos usuarios terminaron repitiendo actividades delictivas y siendo atrapados nuevamente.

El Poder Judicial, por su parte, defendió el proceso en un comunicado afirmando que las decisiones relacionadas con los beneficios penitenciarios no son automáticas ni arbitrarias, sino que están reguladas por el Código Penal, la Ley de Procedimiento Penal y la Ley General de Ajuste Social. Estas regulaciones establecen los requisitos legales y las condiciones de comportamiento que los reclusos deben cumplir para ser elegibles para recibir beneficios, junto con otros factores como el tiempo cumplido y su comportamiento dentro del sistema penitenciario.

El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, también intervino en el debate, subrayando la necesidad de reformar la ley antes de considerar megaproyectos como la construcción de nuevas cárceles, algo que calificó como un paliativo insuficiente a la crisis de inseguridad que enfrenta el país. . Según Chaves, el problema radica en la falta de medidas efectivas en el sistema penitenciario, lo que dificulta reducir la reincidencia y garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Críticas al sistema de prestaciones penitenciarias

Varios sectores han criticado al poder judicial, argumentando que el sistema de concesión de beneficios penitenciarios no siempre cumple con criterios claros y que en algunos casos se percibe como demasiado indulgente. Según los críticos, las decisiones judiciales parecen ignorar el impacto de estas medidas en la seguridad pública, especialmente cuando se conceden a personas condenadas por delitos graves.

El Ministerio de Justicia ha recopilado datos que muestran que los beneficiarios de medidas como la libertad condicional o los regímenes de fideicomiso proceden principalmente de condenas por delitos previstos en la Ley de psicotrópicos, delitos contra la propiedad, delitos contra la vida y delitos sexuales. Desde la perspectiva del ministro Campos, este tipo de delitos deberían quedar automáticamente excluidos de cualquier posibilidad de beneficio penitenciario, dado el riesgo que suponen para la sociedad.

Además, el Ministerio señaló que entre las penas más sensibles se encuentran los delitos contra la libertad, los relacionados con la Ley de Sanción de la Violencia contra la Mujer, los delitos contra los derechos humanos, la seguridad general, la Ley de Armas y los relacionados con el abuso de cargo público. . La frustración de los ciudadanos ante la reincidencia de algunos delincuentes es particularmente pronunciada, especialmente cuando parece que los esfuerzos de la policía no están dando resultados duraderos.

«Es comprensible que mucha gente se sienta frustrada cuando los esfuerzos policiales no parecen tener resultados sostenibles», dijo Campos. «El trabajo de la policía para atrapar y proteger a quienes infringen la ley refleja su compromiso con la protección de los ciudadanos».

Perspectiva del poder judicial

En defensa del sistema actual, la Corte Suprema de Justicia enfatizó que los beneficios penitenciarios no son privilegios, sino herramientas jurídicas diseñadas para facilitar la reinserción social de las personas privadas de su libertad. Según se explicó, estas medidas buscan equilibrar el cumplimiento de los objetivos de la política penitenciaria de Costa Rica, que incluyen la rehabilitación, la reinserción social y la prevención de la reincidencia.

Los jueces que dictan sentencias consideran una serie de factores antes de otorgar indulgencia. Además del tiempo que el reo permaneció en prisión, se evalúa su comportamiento durante su condena, circunstancias personales, familiares y sociales, así como las recomendaciones del INC. Este último proporciona informes técnicos que, si bien no son vinculantes, sirven como una de las principales referencias en el proceso de toma de decisiones.

La Corte también enfatizó que los sistemas democráticos, como el de Costa Rica, se esfuerzan por equilibrar los derechos individuales de las personas privadas de su libertad con las necesidades de seguridad de la sociedad. En este sentido, los jueces insisten en que la concesión de privilegios no puede basarse en criterios automáticos ni en presiones externas, sino que debe seguir un análisis detallado de cada caso.

¿Reforma o ajuste?

El debate sobre los beneficios penitenciarios en Costa Rica no es nuevo, pero ha cobrado mayor relevancia en el contexto de creciente preocupación por la inseguridad de los ciudadanos. Mientras el Ministerio de Justicia impulsa reformas legales que limitan el acceso a estos beneficios para ciertos delitos graves, el poder judicial insiste en que el sistema actual está diseñado para garantizar un equilibrio entre justicia y rehabilitación.

Por otro lado, los críticos argumentan que se necesita un enfoque más integral que combine reformas legales con inversiones en prevención del delito, programas de rehabilitación eficaces y mejoras a la infraestructura penitenciaria. Como señaló el presidente Rodrigo Chaves, la construcción de nuevas cárceles, aunque necesaria, no resolverá por sí sola los problemas estructurales del sistema penitenciario.

En definitiva, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la necesidad de garantizar la seguridad pública y el respeto a los derechos humanos de las personas privadas de libertad. Para lograrlo, será fundamental promover un diálogo inclusivo entre los diversos actores involucrados, desde las autoridades ejecutivas y judiciales hasta la sociedad civil, con el objetivo de construir un sistema penitenciario más justo, más eficiente y más seguro.

El debate sobre los privilegios penitenciarios no sólo resalta las tensiones entre justicia y rehabilitación, sino que también refleja la complejidad de abordar uno de los problemas más apremiantes que enfrenta Costa Rica: garantizar la seguridad de los ciudadanos y al mismo tiempo promover una sociedad más justa y respetuosa de los derechos humanos.