Fuera de serie. Una crisis tras otra, no una crisis tras otra. Tan pronto como parece que salimos del pico de la pandemia de Covid-19, la humanidad se ve atrapada en la guerra en Ucrania, la crisis climática y otras perturbaciones. Esta yuxtaposición de pruebas planetarias ha atravesado el año 2022, cuyo hilo conductor es la impresión de fragilidad que deja, a medida que el mundo post-Covid comienza a recuperarse.

La edición 2023 de balance mundial describe esta percepción de fragilidad. Producida por periodistas de Mundo, esta publicación anual cubre las noticias geopolíticas, económicas y ecológicas del año pasado y proporciona una actualización sobre el estado de los 198 países del mundo, reunida en un atlas. Además de los tres cuadernos – “Internacional”, “Francia” y “Planeta” –, la edición también incluye infografías, un portafolio y foros inéditos o publicados en las páginas de “Ideas” del periódico.

El orden mundial está debilitado por la guerra de agresión de Rusia en Ucrania. Nunca, desde la caída de la Unión Soviética en 1991, el mundo se había mostrado tan fragmentado como hoy, al punto de trastornar los equilibrios internacionales. Inevitablemente, la invasión de Ucrania hizo que los precios de la energía se dispararan. Este regreso de la inflación está debilitando las economías y obligando a los estados a adaptarse con urgencia.

«Constelación desastrosa»

Esta guerra neoimperial tampoco deja de tener efectos sobre las crisis políticas y ecológicas. Las democracias, ya probadas por el auge del populismo y el auge del abstencionismo, abogan más visiblemente que en otros lugares, porque las opiniones expresan con más facilidad sus frustraciones, traduciéndose de paso en nuevas fragilidades entre gobernantes y gobernados. Pero que las potencias neoimperiales no se regocijen demasiado rápido ante el espectáculo de las democracias que sufren. Rusia, China e Irán son a su vez atravesados ​​por movimientos sociales en contra de las políticas de sus regímenes, debilitados por una profunda protesta interna.

Megaincendios forestales, olas de calor, hambrunas, sequías luego inundaciones ahora la temporada de verano: la fragilidad también es ecológica, con un planeta que nunca ha sido tan caluroso como en 2022, tanto que el verano, la hermosa estación por excelencia, se convierte poco a poco en angustia para todos. Esta preocupación se siente en todas las poblaciones, pero también en economías al borde de la recesión, sociedades al borde del agotamiento y más estados fallidos que antes. Tal señal de que la verdadera pregunta es si la humanidad tendrá los medios para superar esta alineación de crisis, esta especie de “constelación de desastres”. Sí, si, lejos de esta oscuridad, la humanidad muestra la suficiente solidaridad para trascenderse en nombre de la seguridad de todos, y ante todo de los más frágiles…

Te queda un 4,42% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.