Barcelona se va a dormir este viernes pendiente del pacto que decidirá cómo se gobernará los próximos cuatro años. La ciudad tendrá un nuevo alcalde este sábado pasadas las cinco de la tarde, hora a la que empieza el pleno de investidura. Antes, durante la mañana, la militancia de Juntas por Cataluña y ERC en Barcelona debe validar una alianza cerrado por Xavier Trias y Ernest Maragall para compartir el gobierno de la capital catalana.

Porque el sentido comun y todos los movimientos de estos dias indican que la opción más clara es que Trias sea de nuevo, como ya sucedió de 2011 a 2015, quién dirija Barcelona, ​​​​salvo un voto oculto de Comuns y PP a Collboni. Los dos partidos negocian a contrarreloj el reparto de las concejalías del gobierno que saldrá de ese acuerdo. Sostienen los republicanos que no tienen por qué precisa ese reparto hasta que las áreas de gestión sean adjudicadas cuando se defina el cartapacio, Durante el mes de julio.

La lógica sugiere que dos de las seis tenencias de alcalde correspondientes a ERC por la proporción del resultado de las elecciones municipales del 28 de mayo: Trias consiguió 11 concejales y Maragall, cinco. Pero ese es por ahora solo un escenario posible.

la militancia

Pero la militancia de ERC no se posicionará sobre ese reparto: deberá decidir si en la investidura vota a Maragall oa Trias. Para ello está convocado un congreso extraordinario de la federación barcelona de los republicanos que empezará este sábado a las 10.30 y que celebrará a puerta cerrada. Si hay acuerdo, sus líneas principales serán claras a los reunidos y se votará si se acepta. Si eso tiene éxito, ERC votará por Trias. Si no hay acuerdo, se abordará por que no ha sido posible y el partido votará a su propio candidato, Maragall.

Al mismo tiempo, la federación de Junts per Catalunya en Barcelona celebrará una votación telemática –se podrá participar de las 8.00 a las 14.00- en la que los militantes tendrán que responder a esta pregunta: “¿Das tu confianza a Xavier Trias para negociar y llegar tiene un acuerdo con el fin de lograr un gobierno de cambio, progreso y bienestar en la ciudad de Barcelona con Ernest Maragall y ERC?”.

La alternativa

Aunque Trias es el candidato que parece más cerca de llevarse el gato al agua, the Catalan capital ha pasado las horas previas al desenlace con un ojo pendiente del otro aspirante a la alcaldía con opciones, el socialista Jaume Collboni. En la capital catalana, algunos detractores de Trias, y varios de sus defensores, se mostraron convencidos de que esa alternativa tenía cartas para jugar y ganar.

No es una operación sencilla, aunque tampoco inviable. Collboni necesita que un par de planetas se alineen para lograr la vara de mando: que los nueve concejales de Barcelona en Comú le voten y que lo hagan también los cuatro del PP, or por lo menos dos de ellos, con lo que alcanzaría o superaría la mayoría absoluta, fijada en 21 concejales. De lograrlo, evitaría que Trias sea nombrado alcalde como el candidato más votado, lo que sucede si ningún otro suma esos 21 votos.

El frente independentista

Al final, el PSC ha redoblado su presión a los Comuns y al PP, en el sentido de señalar que si no votan a Collboni están haciendo posible que un «frente independentista», en palabras del socialista, gobierne Barcelona. La tesis del que ha sido socio y primer teniente de alcalde de Ada Colauuring este mandato ha sido clara: si es alcalde, formará gobierno con los Comuns invirtiendo las posiciones de los últimos cuatro años. Los de Colau serían así el socio menor.

Sirera ha subrayado desde el principio que solo apoyará al PSC si garantiza que ni Colau ni ningún otro representante de los Comuns forman parte del gobierno que él haría posible con sus votos. Cuando se le ha preguntado si rebajaría el veto y aceptaría a gente de Barcelona en Comú en el Ejecutivo local si la alcaldesa da un paso al lado, el popular siempre ha dicho que no.

Siempre hasta este viernes, cuando ha abierto la puerta a que Collboni le haga una propuesta en la que no figura Colau y en la que aunque se escuche que pueda haber algún representante de Barcelona en Comú, no esté en determinadas áreas que juzga sensible. Sirera ha precisado por la mañana que lo que quiere es que los Comuns «saquen las manos de las concejalías que generan riqueza en la ciudad». Hasta le ha enviado una carta a Collboni para advertirle de que desbloqueaba su agenda por si quería reunirse para hablar del tema.

votos gratis

El PSC insiste en que su seguridad es lograr los nueve votos de los Comuns. Que no acatará el veto de Sirera. Y que de conseguir lo primero, y sumar así 19 votos, sería el concejal electo del PP quién debería decidir si hace alcalde a Trias o vita que un separatiste gobierne Barcelona. Según esta visión, Sirera debería dar sus votos a cambio de nada.

Por otra parte, Vox tiene dos votos, pero en principio no cabe especular al respecto: el partido ultraderechista ha asegurado que serán para su cabeza de lista, Gonzalo de Oro Pulido.

El pacto de izquierdas

Mientras tanto, la mina que está bien enterrada es el proyecto de un proyecto entre el PSC, Barcelona en Comú y ERC, el proyecto de un gobierno de izquierdas que sumaría 24 ayuntamientos. Los tres socios potenciales no se han llegado a reunir.

ERC sostiene que no ha sido convocada formalmente; Barcelona en Comú, que el PSC se negó a reunirse porque Maragall pidió que el primer encuentro fuera entre él, Colau y Collboni, y los socialistas afirman que son los republicanos quien, por boca de Oriol Junqueras, han descartado esa opción desde el primer momento .

Una mayoria precaria

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Trias puede ser elegido con solo los 11 votos de los suyos o con los 16 que suma con ERC. In cualquiera de los dos desenlaces el nuevo gobierno tiene problemas para sacar adelante las votaciones en el plenario. Probablemente, tanto como tuvo Ada Colau en 2015, cuando inició su primer mandato con 11 ediles. El propio Trias tuvo que encontrar apoyos externos de 2011 a 2015, cuando contaba con 14 concejales.

Una mirada al plenario hace complicado suponer qué aliados añadidos podrían encontrar Junts y ERC. Sobre todo si los republicanos logran imponer una cláusula que impida que el PSC se sume a ese gobierno más adelante dentro de este mandato. Algo que podría plantarse después de las generales, porque después de las generales todo se antoja más fácil: no hay riesgo de pagarlo a corto plazo en las urnas.