Si hay a par de verdades sobria la inteligencia artificial Es inevitable y avanza firme con nosotros. En algunos casos, sin que lo hayamos notado.

Juan Gustavo Corvalán es una voz muy autorizada a la hora de bajar a tierra conceptos que por intangibles y «de nicho», resultan ajenos a miles de personas. Dirigir y cofinanciar el Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la UBA (IALAB), en particular las curiosas funciones de la Facultad de Derecho. Es abogado, pero especializado en «aprendizaje automático» en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos), y en inteligencia artificial, en la Universidad de Oxford (Inglaterra).

¿«Inteligencia artificial» está con mayúsculas, como en su momento -cuando literalmente no era un sustantivo común- muchos escribieron «Internet»? Uno le pregunta vocalizando in-te-li-gen-cia ar-ti-fi-cial», pero Corvalán no responde «IA» (las letras por separado) sino «ia», de corrido. Para definirlo como «la nueva electricidad». Y comparte 5 dimensiones en las que ya empieza a reinar.

1. Microfocalización

Si usted nació en los 70 o antes, capaz no le sea tan familiar la expresión de Corvalán de «estar perfilado», o que las empresas lleven adelante acciones de «microfocalización”.

Blanco significa «blanco». Con la «ia», las compañías apuntan a perfiles de usuarios y clientes más definidos, de modo de generar mejores estratagia de acercamiento para aumentar ventas o inclinar su interés en cierta dirección.

“Como el ‘ia’ permite extraer datos y metadatos grandes, procesarlos y analizarlos, se genera un ciclo de ‘perfilado’ a partir del cual se diseñan grupos de probabilidad”, explicó Corvalán. Los grupos somos nosotros. Las probabilidades, nuestras acciones.




Las empresas extraen millones de datos de lo que hacen los usuarios. Archivo de fotos

El perfil tan «acabado» es lo qu’a veces impulsa son la sensación de que el navegador en línea «usted entiende», por ejemplo, al recibir un aviso publicitario de lo que «justo justo» uno estaba buscando.

Aun cuando la inteligencia artificial este operando silenciosamente, el usuario create that todo lo que ocurre online es producto de sus decisiones. Pero «no siempre es así», busque el experto, antes de explicar que «uno decide algunas cosas, mientras que las otras se nos ofrecen en base a elecciones previas ya las predicciones de lo que uno podría llegar a querer».

“No hay excepto a esto, salvo que navegues en modo ‘incógnito’, pero aun así podrían te perfilar”, reconoció Corvalán.

La tendencia no parece mermar. Una encuesta de 2022 del gigante IBM mostró que el 35% de las empresas había adoptado IA en algún segmento de su negocio; y un 42% adicional evaluó hacerlo. El alza de uso de la IA, ese año, fue cuatro puntos porcentuales más que en 2021.

2. La era de los chatbots

En la pandemia, muchas provincias y efectos de salud tuvieron su «boti», como el chatbot porteño que entre otras cosas gestionó turnos para vacunación Covid.

Fue tan útil como odiado, en especial, cuando no funcionaba o incumplía las expectativas. Volveremos sobre esto.

Con más o menos limitaciones, los robots programados para interactuar con nosotros no son nuevos, pero lo que sí fue novedoso en estos meses fue el logro (¿intelectual, hay que decir?) de la nueva versión del tan nombrado Chat GPTfascinante y atemorizante a la vez.

Desde el robotito tedioso con su «hola, en qué puedo ayudarte» hasta el insaciable Chat GPT, estas herramientas son una muestra clara de la autosuperacion (por ahora, con límites inexplorados) de inteligencia artificial.

Corvalán registró que más de 70 países usan chatbots para relacionarse con la ciudadanía, sin contar las numerosas empresas que los usan como recepcionistas.

Pero, ¿funcional, de verdad? Clarín lo preguntó, basado en los chatbots de atención telefónica, que por lo general terminan derivando a un humano. Para Corvalán, «Boti es un caso exitoso y en general suelen funcionar. En el sector público, ayudan muchísimo para orientar a la ciudadanía en un mundo en que la nueva burocracia son las filas digitales”.

Por supuesto, todo esto tiene sus limitaciones. Corvalán las llamó»humano en el bucle”, concepto que se usa en el mundo «para aludir al debate de en qué punto de la cadena o circuito (bucle) aguanta que haber interacción humana”.

Es que, desde ya, «no todo puede ser producto de decisiones automatizadas. Hay que intervenir antes de que el algoritmo tome decisiones que podrían afectar negativamente a las personas”.

3. Selección personal

Según el informe de IBM sobre la base de las respuestas de más de 7.000 empresas (1.000 de la América Latina), una cuarta parte de las empresas pidieron la inteligencia artificial para emparchar la escasez de recursos humanos adecuada a sus necesidades.

Ahora bien, a la hora de reclutar personas, también aprovechan las herramientas de la «ia». En concreto, en lugar de someter a un humano a mirar cientos de CV, un algoritmo aplica filtros.

Parece un poco espeluznante, pero seguramente sorprende menos a quienes y están usando redes sociales como LinkedIn. Es simple: así como quien busca trabajo aprovecha las propuestas que le hace el algoritmo, las empresas también filtran palabras clave (Palabras clave), descripciones o referencias puntuales que los postulantes han hecho. Hay quienes aseguran algo que parece perverso, y es que hasta la foto de perfil “correcta” (la sonrisa, el gesto) influencias.

Los CV odiaron su análisis basado en una palabra clave que filtró la IA.  Archivo de fotos


Los CV odiaron su análisis basado en una palabra clave que filtró la IA. Archivo de fotos

Pero, sea en LinkedIn o en programas cerrados de las propias compañías, muchas determinaciones del orden de los recursos humanos están sujetos como a la inteligencia artificial.

Ahora bien, el procesamiento de datos puede adoptar una forma completamente distinta. En el mundo de las empresas de alimentos, por ejemplo, «todo se parametriza, para no desperdiciar. Desde lo que van a vender hasta cuánto habrá que reponer después. Todo, gracias a la ‘ia'», explicó Corvalán.

Y si de procesar y de predecir se trata,“también los gobiernos usan ‘ia’ muchísimo. son un nuevo paradigma”, agregó, y dijo: “Hay algoritmos involucrados en el procesamiento de datos engorrosos, como la obtención impositiva, pero, también, para saber dónde hay que ir a arreglar calles o, esencial, en la prevención de catástrofes climáticas”.

4. La revolución en ciencia y salud

Hasta hace no mucho tiempo, los datos que se acumulaban en los hospitales se desechaban. Si no. O, al menos, de a poco, todo dato que camina va a parar al asador.

Tiene sentido, ya que los centros de salud son aledaños donde se genera inmensos repositorios de información sanitaria y científica riquísima: desde un simple análisis de laboratorio hasta los varios formatos de diagnóstico por imágenes, todos los estudios digitalizados que involucran variables cruciales para la comprensión de las enfermedades y la mejora de los tratamientos (edad, sexo, diagnosis, medicación administrada).

Un centro de salud pionero en la incorporación de IA fue el Hospital Italiano de Buenos Aires. Y, hace poco, Clarín contaba del estudio en pacientes con accidente cerebrovascular (ACV) que se hizo en la clínica La Sagrada Familia-ENERI “Dr. Pedro Lylyk”. Sobre la base del proceso de informar por IA, lograron modificando el umbral de atención que antes dejaba a muchos cuadros afuera del tratamiento.

En la investigación científica, la inteligencia artificial ha servido para mejorar el descubrimiento y uso de fármacos.  Foto EFE


En la investigación científica, la inteligencia artificial ha servido para mejorar el descubrimiento y uso de fármacos. Foto EFE

El mundo de la industria farmacéutica no está exento de la «ia», desde ya, si bien «recién está iniciando ese camino», dijo Corvalán. Par ahora, los usos concretos son de dos tipos: «Análisis y descubrimiento de medicamentos, por un lado, y combinación de fármacos, por otro».

O mer, «se están haciendo haciendo combinaciones de drogas o compuestos a través de simulación. Incluso la ‘ia’ te puede llegar a sugerir nuevas combinaciones».

Elocuente, definió el cruce salud-IA como un «tsunami verdadero».

5. Algoritmos para levantar la educación

Dejando de lado el espinoso asunto de los usos del Chat GPT en el ámbito educativo, Corvalán contó que en su instituto perfilaron 35 sistemas educativos de la región: analizaron las formas a través de las cuales esos países habían (siempre mediante IA) proceso de datos para evaluar la deserción escolar.

En educación, utiliza IA para analizar datos que permiten el análisis de distintas variables.  Foto Mauricio Nievas / Archivo


En educación, utiliza IA para analizar datos que permiten el análisis de distintas variables. Foto Mauricio Nievas / Archivo

“La IA en la educación está jugando un papel muy importante. Por un lado, con los datos en mano, se usa para escucharlos y tratar de decirte cosas que no están a la vista del ojo humano. Una maquina tiene herramientas que le permiten ir sobrio millones de datos que ni en cien años podrías analizar manualmente”, afirmó.

Este proceso de «redunda en la obtención de patrones de información relevante”. Por ejemplo, encontrar una conexión entre determinadas calificaciones y selecciones de ex alumnos y que uno abandone la carrera.

¿Un caso extremo, por fuera del plano educativo? “En China, cuando vas a perder un crédito, analizas más de 5.000 variables, entre ellas si tienes celular, no tienes batería y tiendes a no cargar, para que te consideres un moroso porque sabes que no eres pagano los créditos». también es IA.

Al obtener patrones para predecir acciones, la posibilidad de extraer «méricas geniales», dijo, entusiasmado, y sumó se resume: «Así, no solo mezclo los datos y pronóstico sino que también hago un seguimiento de lo que hacen quienes generan datos. Así, adapto mis predicciones a cómo se comporta la persona. Su algoritmo de ‘ia’ que hacen un seguimiento para mejorar los pronósticos”.

Esto es lo que las empresas llaman «seguimiento de producto». El objetivo, tener métricas más sólidas y, luego, poder escalar.

Consejos a pie de página

«Mi conclusión provisoria es simple: hoy, la empresa que no tenga su modelo de negocios basado en la ‘ia’ no poder competir. Es como estar en 1930 y decidir que no vas a tener electricidad”, sintetizó Corvalán.

En medio de tanta novedad, la cautela es buena consejera. Corvalán acudió tiene un par de ejemplos elocuentes, que sólo repite como un mantra.

El primero, ni idealizar ni entronizar el «ia». Tampoco, destimarla. Más bien, saber qu’unque la IA se una suerte de pensamiento cognitivo gestado por sistemas informáticos que imitan la inteligencia humana, “no comprensión de contextos ni de valores subyacentes. Sin distinción entre el bien y el mal”.

La IA analiza datos, pero no comprende contextos ni valores.  Fotos Pexels


La IA analiza datos, pero no comprende contextos ni valores. Fotos Pexels

«Puede sesgar y, de hecho, se equivoca, lo que nos da mucho trabajo porque no la usamos en un mundo ideal sino que intervenir con seres que sienten”, remarcó.

Lo segundo es que, «si bien muchos dicen, con respecto a las plataformas de música o entretenimiento, ‘no me toca mi algoritmo‘como si fuera parte de su identidad -aunque es cierto que la generación alfa sostiene a toda costa una identidad algorítmica-, no todo lo que dice el celu isá bien para nuestra vida’.

De hecho, dijo «empoderarse frente a las máquinas que te sugieren escuchar todo el tiempo el mismo tipo de música».

«Son como guerra de las Galaxias. Hay que balancer el lado luminoso con el lado oscuro de los algoritmos”, comparó.

Es que, «si dejamos que los algoritmos nos hagan un postre y nadie vigila los ingredientes (en este caso, los datos), si nadie controla la materia prima ni el producto final, capaz nos comamos una torta de alcaparras con cianuro».

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