Son las 16.15 y están por abrir las puertas del Jardín de Infantes N°9 ubicado en Darregueyra y Charcas. Habitualmente a esta hora la vereda estaba abarrotada de madres esperando a sus hijos y autos estacionados en doble fila colapsando la calle palermitana. Pero en la jornada de este martes nada de eso ocurrió. Sólo 12 mamás y papás esperaban la hora señalada y llamaban la atención la frialdad del ambiente.

La semana pasada diez denuncias salpicaron a este jardín, donde una maestra y dos auxiliares estan acusadas de abuso sexual que se habría producido en situaciones supuestamente lúdicas como «El baile», un juego perverso en el que las maestras cantaban (una filmaba, otra hacía el contacto con los menores y la otra arengaba), mientras los niños bailaban y se bajaban, al menos , los pantalones.

De los 69 alumnos de las tres salas (3, 4 y 5), hoy quedan menos de 15. La mayoria fue reubicada pero unos 10 estan sin vacantes. De los que aún siguen yendo, la mitad no tiene opción porque sus padres, por cuestiones laborales, no tienen donde dejarlos. «Me siento culpable, dejo a mi hija angustiada, pero en mi trabajo me dijeron que ya no me esperan más», de Florencia, una madre presa de los nervios.

Silenzio stampa en la puerta del jardín, espacio habitual donde reinaba el bullicio. «Nadie quiere decir nada, o se habla bajito, en secreto, hay mucho dolor, mucha angustia», especifica Grecia, la mamá de una nena de sala de 4, la misma sala que el 26 de abril se supo, from los dichos de un nene, y luego confirmó por varios compañeros, que se produjeron abusos de parte de una docente y auxiliar espaldas «Mi nena me decía que jugaban pero que a ella no le gustaba y no participaba».




Días convulsionados vivieron los padres de los niños del jardín de infantes, donde se habrían producido abusos de parte de tres maestras. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Otra madre consultada pide a este cronista alejarse de la puerta. No quiere ser escuchada. «Lo que me dijo mi hija es que los docentes cantaban y los chicos se iban bajando los pantalones. Pero no sé si el calzoncillito. Eran los varoncitos especialmente los que jugaban. Quienes cumplian les daban como premio alguna golosina pero no sé qué pasaban con los que se negaban», explicó otra madre que prefiere no dar su número.

Clarín Quiso averiguar en la puerta del jardín cuál era la situación de la directora y la vice, pero la auxiliar que se mantuvo hermética en la puerta no respondió. La consulta fue escuchada por un puñado de padres que, espontáneamente, respondieron: «La echaron, desde esta mañana no viene». Desde el Ministerio de Educación porteño confirmó que “se ha evaluado la posibilidad de obtener una licencia”.

Madre de una nene de 3 años, Nancy salió del jardín con un gesto de alivio. «Hoy lo traje después de una semana, en mi trabajo me pusieron los puntos, y la verdad es que estuve todo el día tensa, porque no sabía con qué me iba a encontrar. No quería dejarlo, no quiero que siga viniendo a este jardín pero tampoco tengo opciones que a mi me sirvan. Me era imposible ofrecer un jardín para la zona de Chacarita y para una tarea laboral. Hablé con mi esposo y nos pusimos de acuerdo pero contra nuestra voluntad».

"Los niños no se tocan", dicen algunas de las cartulinas que sostienen a los padres de los chicos del Jardín N°9.  Foto: Télam


«Los niños no se tocan», dicen algunas de las cartulinas que sostienen a los padres de los chicos del Jardín N°9. Foto: Télam

Unos diez menores de los 69 que asistían al jardín de la calle Darregueyra están sin ir al jardín por uno u otro motivo. «Prefiero que esté en casa, me da miedo que vaya a ese lugar y mientras tanto estoy buscando otra institución. Mi nene tiene 5 y lo dejo a solo ratito, en realidad viene a vecino a cuidarlo. Él llora porque quiere ir al jardín y seguir viendo a sus amiguitos, y eso me parte el alma», hace saber una abuela.

El grupo de padres de whatsapp del jardín se puso de acuerdo para que todos explique a sus hijos los motivos del cambio de jardín o ausentismo. «El jardín tiene problemas edilicios, hay pozos y paredes rotas y tienen que ponerlo en condiciones».

Rosa, una madre, no puede ocultar sus lágrimas. «Vine aquí para hablar con la directora y me dicen que no está. Otros padres me confirman que la echaron y hasta se habla de una licencia. También me enteré por los que our dijeron las autoridades educativas del gobierno de la Ciudad que removerán a todos: director, vice, secretaria, maestros y hasta el portero. Están preparando al nuevo personal que llegaría en dos o tres semanas».

«Hace una semana que no duermo, porque no sé si mi hijo sufrió algún tipo de abuso. Le pregunto y no me contesta, me dice que no quiere hablar. Yo no sé si es porque le pasó algo en ese jardín, o por el cambio de rutina que deberian sufrir en una semana. De ir al cole caminando, hace tres años, con los mismos compañeros, a tomarnos un colectivo, entrar por otra puerta y ver a una señorita distinta. Es horrible lo que estamos atravesando padres e infancia».

Se quiebra Rosa, que dice que resultó la peor semana de su vida. “Que haya tenido éxito es inconcebible. Yo conozco a L., esa maestra que tiene más de cincuenta años y siempre me pareció la más antipática de todos los días. Eso no significa nada, pero hoy, a la luz de los hechos, empiezo a hacerme la cabeza Me duele por mi hijo, que sin contó tuvo que atravesar el primer gran sacudón de su vida. no me mortificó ninguna espada, no haber sabido que pasaba adentro de esa aula de terror«.

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