La extrema derecha se acerca cada vez más al poder, elecciones tras elecciones, en muchos países. Las presidenciales en Argentina del pasado domingo, donde el ultraconservador Javier Milei se coló en la segunda vuelta, o las elecciones parlamentarias del 15 de octubre en Polonia, donde Ley y Justicia se impuso con el 35% de los votos, son solo dos ejemplos. En estos casos y en otras 12 elecciones recientes analizadas por EL PAÍS a partir de encuestas (el voto es secreto), el sufragio femenino ha emergido como un dique clave ante la ola ultra.

Hay un patrón que se repite en los países analizados: las mujeres votan menos que los hombres por partidos y candidatos de extrema derecha. En el siguiente gráfico se representa la intención directa de voto en las encuestas realizadas antes de las elecciones de cada país.

A simple vista se observa que, en la mayoría de países, más hombres declaran votar por partidos y candidatos populistas o de extrema derecha. En algunos, como Brasil o Austria, las diferencias son de hasta 16 puntos. En las recientes elecciones argentinas fue de 12 puntos, según la encuestadora CB Consultora. Por el contrario, el candidato y actual ministro de Economía, Sergio Massa, ha asegurado a EL PAÍS, en una rueda de prensa con periodistas extranjeros, que entre las mujeres alcanzó el 45% de los apoyos frente a menos del 25% de Milei.

En países europeos como Italia o Francia las diferencias parecen menores, pero uno o dos puntos de distancia en un partido con muchos apoyos en las urnas pueden suponer cientos de miles de votos. En España, si Vox hubiese tenido el mismo apoyo entre hombres y mujeres el pasado 23 de julio, podría haber crecido alrededor de medio millón de votos, una diferencia muy importante teniendo en cuenta lo ajustado del resultado final.

El avance ultra en Europa y Latinoamérica

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En Europa, tras años de crecimiento, los partidos de extrema derecha superan el 30% de los votos en Polonia, Italia o Hungría. También encabezan algunos ejecutivos: en Hungría, Viktor Orbán es primer ministro desde 2010; en Italia, Giorgia Meloni llegó al poder el año pasado gracias a una coalición de su partido, Hermanos de Italia, con la Liga Norte (ambos ultraderechistas) y con los conservadores de Forza Italia, que encabezó el ex primer ministro Silvio Berlusconi hasta su reciente fallecimiento.

En España, Vox ha perdido cerca de medio millón de votos en las últimas elecciones generales, pero ocupa posiciones de responsabilidad en los gobiernos autonómicos de la Comunidad Valenciana, Castilla y León, Extremadura y Murcia, y en más de 150 ayuntamientos.

En Latinoamérica ha habido un claro avance de partidos ultra. En Argentina, Javier Milei, que durante la campaña electoral negó la brecha salarial entre hombres y mujeres en el mercado laboral (una diferencia del 26%, según el organismo oficial de estadística) y se expresó en contra del aborto, consiguió el 30% de los votos. En Brasil, Jair Bolsonaro ha sido presidente desde 2019 hasta principios de este año, tras unas elecciones en las que se quedó a menos de dos puntos de la victoria frente al actual mandatario, el izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva.

En Chile, el ultraconservador José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, logró en diciembre de 2021 el 44% de los apoyos en la segunda vuelta, donde fue derrotado por el izquierdista Gabriel Boric. En Perú, la ultraderecha no gobierna, pero en las últimas elecciones (2021) consiguió llegar a la segunda vuelta con Keiko Fujimori, quien acaparó el 49% de las papeletas.

Es probable que no todos los votantes de los candidatos y partidos mencionados sean de extrema derecha: entre sus papeletas puede haber voto de protesta. Para comprobar cuánto de este electorado se considera a sí mismo de derecha extrema se puede mirar una pregunta recurrente en todas las encuestas: “En una escala del 1 al 10, donde el 1 significa ‘lo más a la izquierda’ y 10 ‘lo más a la derecha’, ¿dónde se ubicaría usted?”. En el siguiente gráfico mostramos los resultados en cada país según el Eurobarómetro (una de las mayores encuesta de opinión de Europa).

Más hombres se sitúan entre el 8 y el 10 de la escala, las posiciones más a la derecha. Aunque las intensidades de esta diferencia varían entre países y hay alguna excepción, como Bulgaria y Rumania, el patrón parece claro. Esta pregunta también tiene limitaciones para hacer comparaciones entre países, ya que la ubicación ideológica que cada persona hace de sí misma está condicionada por el contexto partidista de cada país. Es posible que los votantes de un país donde no hay un partido extremo muy claro tiendan a ubicarse más a los extremos que votantes similares en países dónde sí existen partidos de extrema derecha.

¿Por qué votan las mujeres menos a la extrema derecha?

En las semanas anteriores a la movilización, el movimiento feminista argentino llamó al voto en contra el economista ultraliberal. “No votes a Milei”, podía leerse sobre un fondo negro en el mensaje difundido por el colectivo Ni Una Menos, origen de la gran marea popular contra los feminicidios en 2015. La campaña “Depende de nosotras” publicó en Instagram medio centenar de testimonios de mujeres en el que hablan de la importancia de la educación y la sanidad públicas para sus hijos y/o de avances logrados, como la prevención de la violencia de género y la reducción del acoso callejero y laboral.

Pero las diferencias en el voto por sexo se documentan en estudios académicos desde los años noventa y no tienen un origen único. Las mujeres tienden a expresarse de forma más moderada que los hombres, incluso cuando valoran cuestiones de la misma forma. Y esto también sucede a la hora de votar, según apuntan los trabajos de Eelco Arteveld y Elisabeth Ivarsflaten, de los departamentos de Ciencias Políticas de las universidades de Amsterdam y Bergen. Del mismo modo, los hombres son más propensos a expresar sus posiciones extremas votando a partidos radicales.

En otras investigaciones se apunta a que en algunos países occidentales el voto hacia partidos de extrema derecha lleva asociado un cierto estigma que tiene mayor impacto entre las mujeres. En general, ellas vacilan más a la hora de votar a partidos que gozan de menor aceptación social.

La mayor aversión al riesgo entre las mujeres también podría situarse entre las causas de esta brecha: por un lado, rehúyen el riesgo de verse expuestas al estigma. Por otro, la reciente creación de estas formaciones supone para ellas un mayor freno a la hora de votarlos: por si su voto no es útil y por la falta de experiencia de estos partidos.

Las agrupaciones de extrema derecha no son ajenas a esta desventaja. Juliana Chueri y Anna Damerow, investigadoras de las universidades de Lausana y Leiden apuntan a una “estrategia consciente” de estos partidos para atraer al electorado femenino: la adopción de posturas más flexibles en cuestiones de género y la inclusión de más mujeres entre sus líderes.

Créditos

Mar Centenera ha contribuido a este artículo desde Buenos Aires 

Metodología

Los datos de resultados de elecciones parlamentarias proceden de la base de datos de la web especializada ParlGov y elaboración propia. La lista de partidos clasificados como ‘extrema derecha’ proviene de la base de datos PopuList, que mantiene un grupo de académicos de diferentes universidades europeas.

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