Son las 8:30 de la mañana de este sábado 8 de julio, el aire ya mandó la panceta frita. Tras pasear por las callejuelas del casco antiguo, las primeras bandas de música y pancartas llegan al hipódromo de Durham, la capital del país negro británico, en el noreste de Inglaterra. Impecablemente vestidos, los músicos, hombres y mujeres, entonan sus tubas, trombones y fliscornos y cantan Gresford, el himno a los mineros muertos en el fondo de la mina, marcha lenta y conmovedora.

Luego los portadores de los estandartes los dispondrán a lo largo de las empalizadas reduciendo el enorme espacio verde. Sacando sus primeras cervezas del día de las hieleras, se acomodan al pie de estas grandes telas pintadas que representan los diferentes «albergues» (logias), o sucursales (una por mina), de la Asociación de Mineros de Durham (DMA), el sindicato de mineros del condado de Durham. Hasta el final de la mañana se repetirá este ritual de llegada al hipódromo, hasta saturar el espacio de sonidos, colores y familias de ex mineros.

Todos participan en el 137mi Gala, la gran fiesta anual de los bocanegras británicos. La tradición, engendrada por la DMA en 1871, cuando cerca de 200.000 personas (entre ellas mujeres y niños) trabajaban en las entrañas del municipio, ha continuado, aunque todas las minas fueron cerradas (la última en 1994). El Gran Encuentro, como también se le llama, se ha convertido en una gran fiesta de sindicatos, de todos los oficios combinados. Cita obligada de la militancia británica, entre mitin político y celebración de la cultura popular.

Huelgas repetidas

este 137mi La edición es un poco especial para las decenas de miles de profesores, trabajadores ferroviarios o carteros que se dieron cita en esta ciudad medieval dominada por una enorme catedral normanda. Han estado en huelga durante un año por mejores salarios, sin mucho éxito hasta ahora.

En la pista de carreras, Paul Nowak, líder del Congreso de Sindicatos (TUC), la Federación Británica de Sindicatos, quiere creer que después de años de eclipse, “los sindicatos han vuelto”. Y para desplegar su lista de demandas para un probable futuro gobierno laborista en las elecciones generales de 2024, los conservadores en el poder durante trece años rompiendo récords de impopularidad. « Keir Starmer [le chef de file du Labour] debe derogar la nueva ley de servicios mínimos [limitant le droit de grève] o contratos de trabajo de cero horas [le salarié peut être licencié à tout moment] », enumera el jefe de la TUC.

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