miTienen, desde hace dos décadas, una ventana a la vida, la real, la que permite el sueño. Durante veinte años, con el respaldo de programas educativos y becas universitarias, se ha alentado a los afganos a creer en ella. Regresaron a la escuela, obtuvieron títulos en derecho, «estudios de las Mujeres». En el departamento de astronomía de la Universidad Americana de Kabul, un telescopio observaba su horizonte a años luz de distancia.

Entonces todos esos sueños se volvieron obsoletos. Y sus diplomas, inútiles. Porque en agosto de 2021, en odioso y retenido aplauso de fin, su presidente huyó, las embajadas abandonaron el país, los grandes «empoderamiento» una aleta atrapada. Los talibanes recuperaron el poder de la noche a la mañana, estableciendo el reinado de los mulás.

Entre 2001 y 2021, el porcentaje de niñas matriculadas en la escuela primaria en Afganistán aumentó del 0 % al 40 %. El número de mujeres universitarias se ha multiplicado por 20, de 5.000 mujeres a 100.000. Las mujeres constituían el 26% del servicio público. En 2023, los contadores se reiniciaron a la fuerza. Por la sola voluntad de una dictadura ilegítima.

Nuevos peligros

Hoy, Afganistán es el único país del mundo donde las niñas no pueden ir a la escuela después de los 12 años y donde las mujeres ya no tienen derecho a acceder a la universidad. La mayoría de las mujeres ya no tienen derecho a trabajar, sumiendo a innumerables familias en la pobreza. Niñas y mujeres son perseguidas, golpeadas, con total impunidad. Culpables de todo, ya no valen nada. Afganistán es el país más represor de los derechos de las mujeres y las niñas.

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En el verano y otoño de 2021, las evacuaciones requeridas por países e iniciativas privadas, en medio del caos, permitieron evacuar a un número importante de hombres y mujeres afganos. Pero las mujeres, especialmente las mujeres solteras que carecían de las habilidades interpersonales necesarias, fueron desatendidas en gran medida. Para ellos, todo lo que queda hoy son iniciativas ocasionales, que los periodistas, investigadores y organizaciones a menudo pueden hacer todo lo posible para permitirles salir de Afganistán a cuentagotas.

Cuando logran cruzar la frontera y llegar a países vecinos como Irán o Pakistán, su viaje al exilio está lejos de terminar. Porque, extremadamente vulnerables, se encuentran solos, exponiéndose a nuevos peligros. Dificultades para encontrar vivienda y encontrar trabajo, violencia, tráfico de seres humanos… Los afganos no tienen más remedio que soñar con otro lugar y, para muchos, con Europa. Sus vidas están en juego.

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