Tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin amenazó con cerrar el grifo del gas, del que los europeos dependen mucho: más del 45% de sus importaciones proceden de Rusia. A toda prisa, los gobiernos buscan otras fuentes de suministro, los precios están en pánico y millones de ciudadanos temen verse privados de calefacción. El shock que ha tomado el sistema energético no tiene precedentes. Emerge transformado, no a corto plazo sino “durante las próximas décadas”según el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, y la crisis aún no ha terminado.

Ante esta explosión sin precedentes, existía un fuerte temor de que la lucha contra el cambio climático se convirtiera en una víctima colateral, y que las ambiciones en este ámbito quedaran relegadas a un segundo plano. Pero si persisten las amenazas ante el riesgo de sobreinversión en infraestructuras de gas natural licuado (GNL), este escenario parece haberse detenido en gran medida, llegando incluso a creer cada vez más jugadores que la guerra en Ucrania ha acelerado la transición energética.

“Las respuestas de los gobiernos de todo el mundo prometen hacer de esta crisis un punto de inflexión histórico y definitivo hacia un sistema energético más limpio, asequible y seguro”dijo Fatih Birol en diciembre. “El deseo de los estados de mejorar su seguridad de suministro al utilizar su dependencia de la energía importada, dominada por los combustibles fósiles, y tener más acceso a la energía producida localmente, gran parte de la cual probablemente provenga de fuentes renovables, sugiere que la guerra corre el riesgo de acelerar la ritmo de la transición energética”, también escribe Spencer Daleel economista jefe de la edición 2023 del Perspectivas de energía de BP.

Asegurar el suministro

De hecho, el conflicto ha vuelto a poner brutalmente en el centro de la atención europea un tema importante, hasta ahora relativamente desfavorecido: el de la seguridad del suministro. Para garantizar que la luz pueda permanecer encendida en los hogares, la matriz declara primero en los más apremiantes y algunos anuncian la puesta en funcionamiento o la ampliación de las centrales eléctricas de carbón. Estas declaraciones hacen temer una vuelta masiva a este combustible fósil, el mayor emisor de gases de efecto invernadero. En marzo de 2022, la producción de electricidad a partir del carbón aumenta un 35% respecto a marzo de 2021.

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