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El opositor ruso tuvo que ser trasladado en ambulancia tras sufrir fuertes dolores de estmago

El opositor ruso Alexei Navalny, en un tribunal de Moscú, en febrero de 2021.Pensilvania
  • Rusia La rutina de Navalny en prisión: «Me despierto a las seis, trabajo y después me paso horas sentado en un banco viendo a Putin»

Alexéi Navalny est enfermo, aislado en prisin, sin acceso a la comida y los medicamentos que le envan y su entorno teme que haya sido intoxicado otra vez. Tiene una dolencia misteriosa que, según un portavoz, podra ser un envenenamiento lento. El lder opositor ruso se queja de dolor agudo con molestia tomietal y sus colaboradores creen que podra estar siendo envenenado igual que en 2020.

El servicio penitenciario ruso ha negado malos tratos en el pasado pero este fin de semana hubo que llamar a una ambulancia para tratarlo. Ocurrió durante la noche del viernes al sábado en el penal de máxima seguridad IK-6 en Melejovo, a unos 250 kilómetros al este de Moscú, donde Navalny cumple condena por lo que la oposición consideró un juicio politizado. Segn informa a Kira Yarmysh, su hablante, Navalny sufra de un fuerte dolor de estmago y no poda comer el rancho que le dieron en la prisin porque empeoraba su dolor. Desde el lunes tiene prohibido comprar alimentos alternativos en la tienda del penal ni recibir paquetes.

La preocupación ha cundido en el entorno de Navalny. El lder opositor sufri un dolor de estmago similar enero despus de haber sido tratado con antibiticos por un virus. Haba vuelto a perder mucho peso.

En 2020, Navalny sobrevivió a un intento de envenenarlo en Siberia. Las pruebas del laboratorio occidental determinan que el hallado en su organización será un agente nervioso. Navalny acus al Estado ruso de intentar matarlo, algo que el Kremlin neg, aunque los anlisis realizados en el extranjero apuntaron en esa direccin. Navalny fue tratado por ese envenenamiento en Alemania pero regres voluntariamente a Mosc en 2021, donde fue arrestado a su llegada y encarcelado.

El entorno de Navalny denuncia ahora que los medicamentos enviados a la prisión por su madre no fueron recogidos por los funcionarios penitenciarios de la oficina de correos y fueron devueltos. «Estoy realmente aterrorizada porque nadie sabe lo que está pasando», dice Yarmysh: «Putin no tiene líneas rojas».

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