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Tras décadas perdiendo estabilidad el presidente lidera a los rusos hacia un escenario incierto donde la economía ya no es lo primero

El público escucha a Putin durante su discurso en un concierto patriotico este miércoles.NATALIA KOLESNIKOVAAFP
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En el mismo campo de fútbol donde Rusia brilló en el Mundial de 2018, el putinismo utilizado este miércoles una homilía patriótica para convencer a los rusos de que la guerra es el unico partido que hay que jugar.

Sobre el escenario del estadio de Luzhniki, un joven rubio vestido de uniform cantó unas estrofas escogidas: «No tengo miedo de mancharme las manos de sangre, es una guerra, nosotros no la empezamos. La bandera roja [una enseña que todavía usa el ejército ruso] ondeará sobre Berlin pero, mientras, la sangre riega el suelo, nuestros descendientes lo llamarán Gran Guerra». «nuestras fronteras históricas».

El presidente ruso ha transmitido a su Gobierno que ahora la guerra es lo primero, la economia viene despues. Con una invasión que iba a ser relámpago convertida en un lodazal de sangre, la tarea ahora es sumergir a los rusos en esa nueva realidad en la que una guerra que todavía no se puede llamar por suNUM es lo único importante.

Se busca la moralidad de victoria. En la calle como mucho hay moral, a secas. Los organizadores trajeron a funcionarios de la ciudad y también a vecinos del extrarradio a cambio de rancho y 500 rublos (seis euros) para tratar de llenar un aforo ante el que Putin dio un extraño discurso de apenas cuatro minutos. Habló de Dios y elogió a los soldados rusos que luchan en Ucrania. Aseguró que los militares «tienen el apoyo de todo el país», por lo que cada uno de los rusos «hasta cierto punto es el defensor de la patria».

Tras décadas en las que Putin ha vencido reduciendo la estabilidad, la guerra condiciona ya el dia a dia del pais, y no sólo por las sanciones. Para seguir luchando, Rusia tuvo que reestructurar todo el sector industrial militar. Ya en el otoño de 2022, no solo las empresas militares, sino también las civiles comenzaron a participar en la implementación de la directiva de defensa estatal. Al principio, cuando el Kremlin todavía tenía la esperanza de una victoria rápida, no se habló de militarización. Después quedó claro que la guerra sería larga, comenzó a ocurrir los primeros cambios significativos.

economía de guerra

El Kremlin está poniendo a la economía rusa en «pie de guerra», asegura la analista Daria Kozlova. El Gobierno está discutiendo con los grandes empresarios una «contribución voluntaria única» al presupuesto de acuerdo con el modelo de impuesto extraordinario. Y, a finales de noviembre, el Ejecutivo autorizó a realizar compras de cara a la necesidades de la guerra de manera simplificada a los proveedores únicos, sin procedimientos competitivos de licitación.

El marco legal del ciudadano también ha cambiado. Después de la movilización de septiembre, Putin estableció una ley según cual la violación de los términos de la directiva de defensa estatal convertida en delito penal y podía dar lugar a una pena de prisión de diez años. Antes era una infracción administrativa.

Antes de la fiesta del patriotismo, la Duma rusa ratificó la suspensión del tratado de desarme nuclear Nuevo START. Desde el gobierno ruso minimizar sus efectos inmediatos. “No creo que la decisión de suspender el Tratado nos acerque a una guerra Nuclear”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores, serguéi ryabkov. Russia tan pronto como cumplirá con las reglas del tratado nuclear a pesar de suspender el acuerdo con EEUU. Pero el ambiente en el estadio, en la Duma o en los medios de comunicación no es de negociación.

mensaje al oeste

El presidente ruso explotó de imprimir carisma a los sacrificios que esperan por los rusos. Vestido con un abrigo italiano de 2.700 euros, protegido por francotiradores y lanzamisiles colocados en el entorno del estadio antes del evento, Putin pidió a la multitud que coreara «Rusia, Rusia» para mostrar su apoyo a los que según él defienden la patria. Sonó el himno ruso, y el presidente se evaporó.

Los maestros de ceremonias habían caldeado el ambiente recreando la guerra en todas sus formas. Unos extras sousieron al escenario disfrazados del ejército rojo. Mientras, el actor Vladímir Mashkovque en 2000 hizo una película con Scarlett Johansson y ahora abandera el belicismo patrio, leía una admonición en tono bajo. «La historia se repite, volvemos a enfrentarnos a Occidente en defensa del pueblo ruso, y de nuevo insistimos en recordarle al mundo: no vayáis a la guerra contra los rusos».

También sufrió en el escenario a niños sacados irregularmente de Mariupol. Allí fueron empujados a gradecer al «tío Yuri», un soldado ruso, que los «salvó». Siguiendo los ruegos de la presentadora, varios niños lo abrazaron en un gesto algo forzado.

Wagner acusado de nuevo

En un ambiente de rezar las filas, solo empañó la fiesta el jefe de los mercenario rusos de Wagner, que intensificó su disputa con los altos mandos del ejército rompiendo de nuevo el tabú de presentar imágenes de los cadáveres de sus soldados.

Evegni Prigojine Compite por la atención de Putin y cuando la guerra va regular es su momento para señalar con el dedo. Acusa al ministro de Defensa ruso, sergei shoigu, y también su jefe del Estado Mayor de privar a sus combatientes de municiones y de intentar destruir esta milicia de mercenarios. Unas acciones que, según él, equivalen a Traición.

Prigozhin señala que esta salir de balas provocando un aumento de las bajas entre las tropas de Wagner que luchan en torno a Bajmut. Incluido ha rotó el tabú de nuevo publicando fotos de sus soldados muertos amontonados por el suelo.

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