Puede que el estadio Azadi de Teherán no esté lleno, pero el 23 de marzo el saque inicial, dado por el centrocampista del Lokomotiv de Moscú, Anton Mirantchouk, suena como una pequeña victoria para Rusia. Excluida de toda competición deportiva internacional desde la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, su selección ya no abarrota los céspedes de los campos de fútbol fuera del país. Los jugadores rusos marcaron primero, antes de que el gol del empate iraní reequilibrara el marcador de este amistoso, más diplomático que deportivo, al inicio de la segunda parte. Los dos países han estado buscando durante mucho tiempo áreas de convergencia.

Para su primer viaje al exterior, el 19 de enero de 2022, seis meses después de su elección, el presidente iraní Ebrahim Raïsi ya había elegido territorio ruso. Una figura ultraconservadora en el régimen, el hombre con reputación de pertenecer a su facción pro-Kremlin. Al aterrizar en Moscú, alimentó la esperanza de realizar un proyecto ambicioso: una asociación estratégica entre Irán y Rusia. La propuesta, que es antigua, es a veces una serpiente de mar entre los dos países, pero el Sr. Raïssi pretende hacerla triunfar. “El nivel de nuestros intercambios comerciales y económicos no es satisfactorio. Este documento nos ofrece perspectivas para al menos veinte años”., suplica, tras el cálido encuentro con su homólogo ruso. Desencadenada un mes después, la invasión rusa de Ucrania pone todo a bailar. La idea misma de una perspectiva de 20 años parece ciencia ficción, y la propuesta de Ebrahim Raïssi se ha olvidado. Sin embargo, sin que se haya firmado el más mínimo documento oficial, la relación entre Moscú y Teherán se ha intensificado constantemente hasta un nivel sin precedentes, precisamente gracias al conflicto ucraniano.

Seis meses después, el 19 de julio de 2022, era el turno de Vladimir Putin -que realizaba su primer viaje fuera de los antiguos países de la URSS desde que lanzó sus tropas contra Kiev- de acudir a Teherán. Relanzamiento oficial del proceso de Astana, relativo a Siria, que involucra a actores rusos, iraníes y turcos. Pero su cara a cara con el Sr. Raisi y luego con el Imam Ali Khamenei, destaca sobre todo la importancia de los lazos forjados entre los dos países, que la guerra en Ucrania y la confrontación entre Rusia y Occidente cierran espectacularmente. Como eco, el Guía Supremo también avala la retórica del Kremlin, según la cual «La OTAN estaba preparando un ataque contra Rusia».

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