miCelebra su primer año en Matignon el martes 16 de mayo. Elisabeth Borne no tiene nada planeado para este amargo aniversario. ¿Qué querría celebrar esta primera ministra en tiempo prestado, que atraviesa desafíos imposibles, mientras ve desafiada su autoridad y su imagen dañada?
Martes y miércoles deberá tratar de retomar el diálogo con los sindicatos aún en vilo, que convoca a una nueva jornada de movilización, el 6 de junio, en vísperas del examen por los diputados de un proyecto de ley que pretende derogar la reforma previsional. El efecto de un voto favorable -un escenario que en la cúpula del Estado no excluimos- sería deflagrante, incluso para ella.
Sobre todo, las relaciones con Emmanuel Macron se han deteriorado mucho. Elisabeth Borne apoya cada vez más los mandatos de calendario del presidente de la República: » tres semanas « para concertar y tratar de«expandir la mayoría», «cien días» pagar «apaciguar»… advertencias secas (“Espero que tenga éxito”), sin la menor palabra de agradecimiento por el trabajo realizado -veintisiete textos votados en un año- en un contexto político de rara complejidad. El 26 de abril, el Jefe de Estado incluso pidió a Elisabeth Borne que presentara su nueva hoja de ruta desde… el Elíseo, remake implicado por “Yo decido, él ejecuta” de Jacques Chirac con Nicolás Sarkozy.
La primera ministra también sufre al ver su espacio vital vampirizado por un presidente vibrante que se lleva toda la luz -estará el lunes por la noche en TF1- y entiende los expedientes que ella misma tenía que llevar.
Entre los dos jefes del ejecutivo, las disonancias son cada vez más poderosas (y ruidosas), a menudo en perjuicio de Elisabeth Borne: sobre inmigración, había anunciado un informe de texto, finalmente puesto de nuevo en el cargo a pedido del presidente – ; sobre impuestos – ella quería hacer una » romper « en recortes de impuestos, finalmente probado por el Sr. Macron -; o en el método – ella abogó por un tiempo de«apaciguamiento», mientras que el Jefe de Estado reitera que hay que seguir reformando rápida y fuertemente.
Los «errores de Isabel»
Por su parte, el presidente ya ni siquiera se molesta en ocultar su molestia. En su entorno, donde se repite que el «Método del bolardo» – allá consulta con los sindicatos y el partido Les Républicains (LR)- fue un fracaso, nunca nos cansamos de enumerar los «Fallos de Isabel».
Dentro del propio gobierno, la Primera Ministra se esfuerza por imponer su autoridad al «cocodrilos», estos pesos pesados que codician su lugar y se muestran cada vez más rebeldes. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, a quien pidió -como a los demás- que ahorrara un 5% en su ministerio, la despidió secamente en una carta -desvelada el 10 de mayo por El pato encadenado – en un tono juzgado » límite « por los cercanos a Matignon. Por su parte, el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, otro pretendiente, hace lo que le da la gana sobre la ley de programación militar, que llega al Parlamento la próxima semana.
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